Un despelote

Iván Mejía Álvarez
05 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

En su desesperado esfuerzo por acercarse al gigantismo que pregona Infantino, el de la FIFA, la Conmebol amplió la Copa Libertadores, con tan mala fortuna que su experimento terminó dejando maltrecha la misma Libertadores, acabó con el interés de la Sudamericana y afectó los torneos de cada país, como el colombiano.

Un adefesio, un completo adefesio. Un mes en repechajes, partidos sin interés, para que finalmente se llegue al cuadro principal y se juegue de verdad. Esos partidos de repechaje no son atrayentes y son el desfogue por el que los dirigentes de todo el mundo intentan meter más partidos, más actividad, sin respetar los calendarios normales y la condición física de los protagonistas.

Producto de ese adefesio que inventó la Conmebol, Brasil y Argentina tienen hasta siete participantes. Ya califica hasta el gato con botas. Es una feria propia de un bazar pueblerino. Algunos hablan de ser incluyentes. Argumento ridículo: lo importante es la calidad, no la cantidad. Es el mismo razonamiento que usan para defenderle a Infantino su Mundial de 48 equipos donde los Nepal, Bután, Islas Mauricio tendrán cabida.

Producto de su mente calenturienta, ávida de partidos y partidos, los de la Conmebol desnaturalizaron la Sudamericana. Al comenzar en febrero, sin la presencia de los grandes que calificaron a la Libertadores, la Sudamericana pasó a ser un torneíto de media petaca en el que tienen asiento equipos desconocidos, poblaciones que no pueden estar en el fútbol internacional.

Y entre tanto, los torneos locales, como el colombiano, ausente de sentido común para armar un calendario bien diseñado, terminan en la obligatoria medida de aplazar y aplazar partidos. Ya van diez juegos pospuestos en tan sólo ocho fechas. Una barbaridad.

La Conmebol quiso copiar a Europa. Una Champions fuerte y una Liga de Europa con “sobrados”. Paralelos, jugándose al mismo tiempo. Pero, claro, olvidaron que en el Viejo Continente las fechas están marcadas de antemano y que los martes y miércoles son de Champions y los jueves de Liga de Europa. Y que tienen televisión para todos, mientras que en Suramérica el calendario lo determina Fox, la empresa dueña de los derechos, y se juega martes, miércoles, jueves y hasta viernes. Un sancocho infernal.

¿Alguien puede considerar lógico que Cali juegue contra Luqueño en febrero y vuelva a medirse contra los paraguayos el 9 de mayo? Eso es una pequeña prueba del despelote que montó la Conmebol.

Si ya hay problemas de calendario es mejor no imaginarse lo que serán las fechas de septiembre, octubre y noviembre, cuando lleguen las instancias definitivas. Un adefesio en nombre de la “inclusión”.

 

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