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Un interesante año cultural

Manuel Drezner
02 de enero de 2013 - 11:00 p. m.

Ha llegado el acostumbrado momento de reflexionar sobre lo que sucedió en la cultura durante el año pasado y hay que decir que en 2012 hubo importantes hechos, especialmente en Bogotá.

Obviamente, hay que recordar los muertos ilustres, entre los que se cuentan los creadores Edgar Negret, Henze y Elliott Carter, de todos los cuales se dio cuenta oportuna. La desaparición de Bernardo Hoyos fue un fuerte golpe a la divulgación cultural y su pérdida sigue siendo lamentada.

Mucha de la actividad se centró en el Teatro Santo Domingo, que presentó un festival de arte chino de gran categoría, además de numerosos solistas, con un promedio de calidad de gran altura. Poco a poco este centro cultural se está convirtiendo en el punto focal de la cultura bogotana y me imagino que Ramiro Osorio y Sandra Meluk deben estar satisfechos de lo que han logrado.

La Sala de Música de la Luis Ángel Arango hizo igualmente una actividad numerosa, entre la que se destaca su aliciente a la divulgación del trabajo de los nuevos intérpretes jóvenes. Por razones misteriosas, de un tiempo a esta parte la Sala ha suspendido la divulgación de lo que hacen, y encontrar su programación no es cosa fácil.

Hubo un nuevo Festival de Teatro, que salió adelante a pesar de algunas predicciones pesimistas. Los diversos grupos teatrales están igualmente proliferando, y si hubiera una cartelera de lo que presentan, seguramente sería algo que el público agradecería. Esa tendencia de muchas entidades culturales a no anunciar sus logros disminuye mucho su audiencia, y valga la ocasión para llamar la atención a ese hecho.

La Ley de Cine que busca que productores extranjeros filmen en el país, sobre la cual he tenido dudas, fue aprobada y todos están a la espera de ver sus frutos, que hasta ahora no han sido evidentes. Sin embargo, hay un desarrollo excelente de la industria de cine nacional, y eso muestra que cuando hay alicientes, se fortalecen los procesos culturales.

Por el lado de la Sinfónica, su director titular renunció y nuevamente comienza la odisea de encontrarle remplazo, lo cual debería ser algo urgente, porque una orquesta sin director titular no progresa como debería. La Filarmónica celebró su aniversario de fundación en forma digna y sus conciertos populares tuvieron una acogida que vale la pena destacar.

Como se ve, fue un año interesante y lo que se anuncia para 2013 promete que la cultura seguirá desarrollándose para bien de todos.

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