Publicidad

Un montón de preguntas

Francisco Gutiérrez Sanín
19 de abril de 2012 - 11:00 p. m.

Cuando el representante Iván Cepeda documentó cuidadosamente que seguían ocurriendo los infames falsos positivos, la respuesta que recibió del ministro de Defensa fue que en efecto algunas pocas manzanas podridas seguían cometiendo crímenes.

Es decir, confirmó el aserto del congresista, pero lo atribuyó a mala suerte, o a la condición humana, o a algún otro factor cuya naturaleza ignoro. ¿Hasta cuándo seguirá usándose la explicación inverosímil, que ya no puede creer nadie, de las manzanas podridas? ¿Hasta cuándo se resistirán nuestras esferas oficiales a aceptar la conclusión, tan sencilla de asimilar como la tabla del cinco, de que si hay incentivos institucionales y señales públicas a favor de la impunidad, va a haber impunidad? ¿Quién dentro de la flamante comisión constitucional que estudió el tema del fuero militar se hace responsable por la definición de una “zona de penumbra” en la que cabe la violación? ¿Podría explicarle al país sus razones? ¿Por qué, en fin, los medios de comunicación han callado como bacalaos frente a los nuevos falsos positivos (según Cepeda, se han producido en tiempos recientes más de 60)?

Paso a otro tema. Álvaro Uribe tuiteó acerca de la cumbre de Cartagena, quejándose del boato y la pompa que rodearon el evento. ¿Desde cuándo concluyó el más pomposo de nuestros gobernantes que al Estado se lo manejaba con el mismo criterio con el que se maneja una salchichería? ¿Desde cuándo descubrió la lucha de clases y la identidad nacional? Si a Uribe le preocupa tanto el presupuesto público, ¿por qué no le cuenta a la opinión cuánto le costó al país su bobadita del DAS? Es decir: ¿cuánto valió ese DAS privatizado, ese DAS que tantas veces se puso al servicio de agentes ilegales, que identificaba a los supuestos enemigos de Álvaro Uribe como a enemigos del Estado y que a la postre hubo que cerrar como un café de mala muerte? ¿De pronto porque la cifra no cabe en 140 caracteres? Pero todos estos roces entre Uribe y Santos tienen soluciones rápidas y convenientes para el país. Si el expresidente y su equipo quieren ofrecer sus servicios “patrióticos”, ¿por qué no les vuelven a dar la cartera de transporte para que se encarguen de reconstruir nuestra infraestructura, antes de que comience el TLC? A propósito de Uribe y la infraestructura: ¿por qué apareció repentinamente un primoroso puestito de Salvarte en el aeropuerto El Dorado durante los ocho años luminosos de la confianza inversionista, y por qué se evaporó de pronto apenas empezaron a soplar los turbulentos vientos de la prosperidad democrática?

Hablando de Santos: ¿por qué dice que en Colombia no se expropia? Se expropia con entusiasmo y en masa. A plena luz del día. En descampado y sobre seguro. Pero, claro, al Estado y a los pobres del campo. Pocos países (de hecho, creo que ninguno) han sufrido una expropiación tan masiva como la colombiana en las últimas décadas. Una verdadera revolución adelantada a sangre y fuego, y dirigida contra la vida y la propiedad de millones de débiles y vulnerables, que no ha parado. Este socialismo de un puñado de ricos y violentos —a veces subsidiados por el Estado— acaso sea nuestra propia versión del famoso socialismo del siglo 21. Aunque, hay que recordar, el presidente ha dicho reiteradas veces que esas expropiaciones tampoco le gustan. ¿Cuándo arranca el carro de la restitución?

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar