Un motivo de esperanza

Santiago Montenegro
10 de febrero de 2013 - 06:00 p. m.

PORQUE LO MEJOR DE UN PAÍS ES SU gente, es muy esperanzador constatar cómo una nueva generación de investigadores se agiganta por sus aportes a las ciencias sociales y a las políticas públicas. Una exponente de ese nuevo país es Raquel Bernal, directora del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes, quien fue galardonada el pasado 6 de febrero con el premio Juan Luis Londoño, que se concede cada dos años al investigador menor de 40 años más destacado en las ciencias sociales. Al aceptar su premio Raquel Bernal resumió la literatura universal mostrando que las inversiones más rentables para la formación del capital humano individual y para la sociedad, como un todo, son aquellas que se hacen durante la primera infancia, que producen retornos significativamente más altos que las que se hacen después. Hizo también un recuento de sus investigaciones de 12 años sobre las inversiones más eficaces para el desarrollo cognitivo y socioemocional saludable de los niños y niñas de Colombia. Al tiempo que presentó la cruda realidad de vulnerabilidad de nuestros niños, también dio luces de esperanza. De los 4,3 millones de menores de cinco años que hay en Colombia, dijo, un 65% se encuentra en situación de vulnerabilidad económica y social. Cerca de 1,2 millones de niños están en los programas de hogares comunitarios de bienestar tradicionales, donde reciben un importante complemento alimenticio, pero afirma que la calidad deja mucho que desear. Sin embargo, señaló que acciones destinadas a mejorar la calidad, como los programas de capacitación del Sena a las madres comunitarias, han dado resultados positivos. Con varios de sus colegas, está realizando evaluaciones de otros programas, como los centros de desarrollo infantil, antes denominados Jardines Sociales, y el programa de atención en el centro aeioTU, de la Fundación Carulla, único en Latinoamérica, un estudio que, desde hace tres años hace seguimiento cada año a 1.200 niños y espera hacerlo hasta que lleguen a la adolescencia para evaluar el impacto de diferentes políticas. Al describir el alcance de sus investigaciones, se observa una clara orientación hacia las políticas publicas. Para que la atención sea efectiva, los trabajos de Bernal enfatizan la necesidad de una adecuada focalización y duración de la intervenciones; la importancia de buenas infraestructuras; currículos bien establecidos; apropiada supervisión y capacitación de los maestros; interacción y buena cooperación con los padres de familia. Pero, sobre todo, personal idóneo que entienda apropiadamente los temas de desarrollo infantil y los procesos de aprendizaje y enseñanza, y tenga también una excelente capacidad de comunicación con los padres de familia, entre otras características.

Más allá de un homenaje muy merecido a Raquel Bernal, el premio que le fue otorgado es también un reconocimiento a una nueva generación de académicos de las ciencias sociales en Colombia y, en particular, al creciente papel de muchas mujeres investigadoras. Porque, junto a Bernal, es menester resaltar los trabajos de sus colegas Ana María Ibáñez, Adriana Camacho, Ximena Peña, Marcela Meléndez, Camila Fernández, entre otras. El talento y dedicación de estas mujeres, y de muchas otras en todo el país, nos da una luz de esperanza. Por esa misma razón, su trabajo debe ser conocido, destacado y puesto de ejemplo para las nuevas generaciones.

 

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