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Un revolico

Javier Moreno
07 de noviembre de 2009 - 05:36 a. m.

La semana pasada, la red ciberdisidente cubana denunció que la dictadura de los Castro había cortado el acceso a Revolico, un sitio de avisos clasificados gratuitos que sirve de mercado de intercambio libre de bienes y servicios en la isla. El acceso, según parece, es intermitente desde entonces.

Revolico, que en buen cubano significa revuelo, turbación o agitación, es una herramienta útil en una sociedad donde el trueque semiclandestino es más activo que la reprimida economía oficial. A través de sus anuncios variopintos, algunos oscuros, otros más explícitos, es posible conocer una faceta generalmente oculta de la vida del cubano. Enterarse, por ejemplo, de cómo consiguen un ventilador para la sala, o los miles de libros prohibidos por el régimen, o las piezas con las que, poco a poco y sin que Raúl y Fidel se den cuenta, arman y equipan un computador. También se puede saber cómo es que los cubanos consultan Wikipedia y cuánto cuesta.

"Wikipedía La Ultima Versión gigantesca, con búsquedas automáticas. A domicilio. 10 CUC", dice el anuncio. Cuando lo encontré lancé una pregunta al aire en Twitter: ¿Quién ha visto Wikipedia a la venta en DVD en la calle? Algunos se rieron. Otros compararon la idea a "tener google en una usb". Desde acá suena a sinsentido, pero en una sociedad donde el (pésimo y restringido) acceso a Internet por una hora cuesta la mitad de un salario mensual promedio, tener Wikipedia entera en el disco duro se vuelve una opción más que razonable.

Por 10 valiosísimos pesos cubanos convertibles (el salario promedio en la isla está en alrededor de 13), el cliente de este anunciante en Revolico recibe a domicilio un DVD que contiene, además de una copia comprimida de Wikipedia en español (que, valga decirlo, es pésima, sí, pero probablemente más rica y actualizada que una Encarta o nada de nada), un instalador del programa para expandir la copia comprimida y, más importante, un instalador de Google Desktop, la herramienta que Google distribuye gratuitamente (pero que no está disponible para descarga desde Cuba debido al embargo) y que permite indexar y facilitar la búsqueda de información en la copia estática de Wikipedia una vez es descomprimida. Todo este ingenio sería digno de admiración de no ser por la triste realidad que evidencia.

El analista escéptico del ciberactivismo Evgeny Morozov dice que los movimientos de cambio social puramente basados en Internet tienen bajísima probabilidad de éxito frente a gobiernos autoritarios: o bien no consiguen nada significativo o bien los dictadores utilizan la información que los disidentes liberan como un banco vivo de inteligencia para combatirlos. Su ejemplo favorito es la manera como el gobierno de Irán utilizó la revolución twittera hace unos meses, durante las protestas, para aislar, identificar y acallar varias redes de resistencia (con equipos de monitoreo diseñados por subsidiarias de Nokia y Siemens, por cierto). Herramientas como Revolico son una manera distinta de enfocar esos esfuerzos: en lugar de combatir directamente la propaganda con discurso, generan espacios abiertos donde las reglas del régimen pierden temporalmente vigencia y otras dinámicas de interacción surgen. El resultado puede ser confuso y contradictorio pero es de cualquier manera poderoso. Por eso lo censuran y luego, cuando surge el descontento (y los trucos para violar el bloqueo), vuelven a permitir el acceso. No saben cómo manejarlo. A Yoani Sánchez y demás blogueros los vigilan, acallan y encierran, eso basta. El caos del Revolico se les sale de las manos.

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