Una alianza que supera obstáculos

Se dice que después de los 60 años, por lo general, las personas perdemos un poco de agilidad y vista. Quizás sea cierto y posiblemente algo de esto le haya podido pasar a la actual Unión Europea (UE), pero en realidad, a pesar de las dificultades, la Europa que cumple hoy seis décadas sigue adelante, porque a esa edad también se tiene madurez y sabiduría. Por eso, el 25 de marzo fue un día para celebrar la unión que ha traído el período de paz más largo en toda la historia del continente.

Sí, son 60 años de la firma del Tratado de Roma, que permitió a la Europa de la posguerra, con profundas heridas, perdonar y salir adelante, reconstruirnos como continente y como herederos del humanismo. Se necesitaba voluntad política y visión para poner en común las industrias del carbón y del acero ya no al servicio de la guerra sino de la paz. Este fue el primer logro del Tratado de Roma.

Jean Monnet, uno de los padres de Europa, recordaba en sus memorias que “para que la paz pueda realmente tener una oportunidad, es necesario, ante todo, que exista una Europa”, y ese es el continente que vemos hoy continuar su camino. Un camino lleno de desafíos, marcado por la reciente crisis económica, la problemática migratoria en nuestra región y en general en el mundo, o el terrorismo y sus efectos desastrosos en las comunidades. Pero al mismo tiempo, si miramos desapasionadamente, podemos ver que es la unión la que nos fortalece y nos permite superar estos y otros posibles obstáculos.

Gozamos de una libre circulación de bienes, servicios y sobre todo personas. Nuestros jóvenes cruzan las fronteras para estudiar en otros países. Comparten culturas distintas y se enriquecen con otros saberes. Hay diferencias entre nórdicos y mediterráneos, pero el hecho de compartir ideales comunes y mantener paz y convivencia hace que el lema de “Unidos en la diversidad” cobre sentido.

Son más las ganancias obtenidas por la generosidad de esta nueva Europa que los egoísmos nacionales, utilizados a veces para alimentar el populismo en beneficio propio y no del bien común. De hecho, no sobra recordar que la paz es un bien común, es la mejor apuesta que los seres humanos hacemos por el presente y el futuro. Es esa misma apuesta de hace 60 años que hoy Colombia también está haciendo. No es un camino fácil, y la UE lo ha vivido y lo vive aún, pero no en vano. Al igual que Colombia, seguimos firmes en nuestra construcción de paz y de una mejor calidad de vida para todos, basada en los valores fundamentales de la justicia, la libertad y la democracia.

En 1957 éramos seis países fundadores; ahora somos 28. Esos seis países tenían entonces una población de casi 170 millones de habitantes, ahora somos más de 500 millones. A principios de los años 50, Europa recibía el Plan Marshall como apoyo para superar la devastación de la guerra; hoy la UE y sus estados miembros son los principales donantes de ayuda al desarrollo, con más del 50 % del total mundial.

También, tras la Segunda Guerra Mundial, millones de ciudadanos europeos se convirtieron en refugiados; hoy, la UE acoge a cientos de miles de personas que buscan refugio en Europa. A lo largo de estos 60 años hemos sabido construir una Unión basada en la tolerancia, la apertura y la justicia, desarrollando uno de los modelos de Estado de bienestar más avanzados del mundo.

Como todo proceso, es un largo y permanente camino. Sería más fácil desfallecer ante las dificultades y desafíos, abandonar el barco, pero esa no es nuestra tradición. Seguimos luchando por lo esencial y lo profundo, por el espíritu humano y su libertad, valores que son el cimiento de cualquier democracia, y valores que promulgamos siempre en el interior y el exterior de la UE. Es esto, al final, lo que nos fortalece y es esto también lo que nos motiva para acompañar a Colombia.

* Ana Paula Zacarias, embajadora de la Unión Europea en Colombia.