Una buena moda

Francisco Gutiérrez Sanín
20 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

No sólo es el Foro Agrario, organizado por la Universidad Nacional y el PNUD entre el 17 y el 19 de este mes para alimentar a la mesa de La Habana con ideas y propuestas; son múltiples iniciativas, estudios y organizaciones que sugieren que Colombia vuelve a volcar su mirada sobre los tremendos problemas que afectan a su mundo rural.

Algo que tiene un gran valor en sí mismo. Pero además parecería que esta es la pieza principal del rompecabezas de la paz. Así que el campo una vez más está de moda.

Aprovecho entonces para recomendar dos producciones de sendos diseñadores colombianos de alta costura. La primera es el maravilloso libro de Rocío Londoño sobre Juan de la Cruz Varela (Sociedad y política en la región de Sumapaz, U. Nacional, 2011). Si no me equivoco, se trata de la obra de una vida. Se nota, por su rigor y poderosa simplicidad. Alguna vez leí en una página web de chistes de estadísticos que el valor de un libro era inversamente proporcional a la cantidad de términos que se inventaba el autor. Si esta broma es tan veraz como creo, el libro de Rocío se acerca bastante a la perfección. Es una reconstrucción limpia, incontaminada por la pedantería académica, pero a la vez increíblemente meticulosa, de la lucha por la inclusión de un líder campesino a quien aprecia lo suficiente como para dedicarle lustros de trabajo, pero a quien no endiosa. Lo sigue en todos sus —a veces abruptos— meandros, sin moralizar mucho, tratando siempre de entender. Y señalando, sin histeria —sí con tranquila y sistemática claridad— las alambradas de peligros y exclusiones que tuvo que vadear Juan de la Cruz a lo largo de su vida. Si a mí me pidieran describir en una frase las carencias de nuestra vida cultural e intelectual, respondería diciendo que pasó un año y Sociedad y política no se discutió como se merecía. Pero este es el momento de retomarla.

En el otro extremo, Fabio Sánchez publicó en 2010 —en coautoría con María del Pilar Uribe y A. Fazio— un artículo en una excelente revista (Journal of Economic History) sobre derechos de propiedad, conflictos de tierras y economía exportadora en Colombia. Digo en el otro extremo, porque Fabio es un cuidadoso analista cuantitativo, así que su método y proceso de razonamiento tienen poco en común con los de Rocío. Pero sus conclusiones no son menos importantes desde el punto de vista de las políticas públicas. En esencia, se trata de lo siguiente: los conflictos alrededor de la propiedad generados por dinámicas despojadoras estuvieron asociados entre 1850 y 1925 a una disminución en la capacidad exportadora del país. Claro, esta conclusión está rodeada por las reservas de rigor, para las que nunca hay espacio en la divulgación. Y las conclusiones para un período no se pueden extrapolar mecánicamente a otro. Aun así, la implicación no pierde nada de su fuerza: el despojo masivo debilita la definición de los derechos y por esa vía nos expropia un poco a todos. Dicha conclusión es compatible tanto con montañas de libros y artículos provenientes de la economía del desarrollo, como con lo que sabemos de nuestro propio caso hoy.

Está bien que los problemas rurales vuelvan a estar de moda. Sólo que es una moda en la que los intereses de todos nosotros están vitalmente involucrados. Lean estos dos textos y verán.

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