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Una derrota irreparable

Mauricio Jaramillo Jassir
27 de junio de 2016 - 03:52 a. m.

Tras el anuncio de la victoria del sí para abandonar la Unión Europea, los británicos empiezan a reparar en las consecuencias nefastas de la salida, y en las que no repararon, pues, como ya han reconocido muchos votantes, lo hicieron sin una verdadera conciencia acerca del peso real de semejante decisión. Ya ha emergido un movimiento que pretende volver a celebrar una nueva consulta popular, lo que hace aún más compleja la situación para el Gobierno. A esto se suma la presión en Escocia para preservar un lugar en la UE, así eso signifique una salida del reino. Efecto que pocos advertían antes del sorpresivo voto.

Aunque el resultado del referendo no tenga carácter vinculante legalmente, el gobierno de David Cameron anunció que respetaría la voluntad de los ciudadanos. Con ese compromiso logró convertirse en primer ministro, por lo que resulta muy poco probable que desoiga los resultados del 23 de junio. Otra consecuencia inesperada tiene que ver con el efecto sobre el resto de la zona. Los países de Europa Central y Oriental con una tradición euroescéptica, como la actual Hungría de Víktor Orbán, y en el pasado reciente la República Checa de Vaclav Klaus y la Polonia de los hermanos Lech y Jaroslaw Kaczynski, pierden un aliado.

La UE inaugura una nueva correlación de fuerzas, donde el peso de Berlín y París aumentará. Aquellos que disienten del bloque deberán revisar sus posturas o al menos rectificar para evitar que se asimile distancia con lo comunitario a la extrema derecha. Urgente que no se equipare el Frente Nacional francés con Podemos en España.

Al Reino Unido le corresponde negociar con Bruselas el nuevo esquema de asociación que le permita mantener las ventajas de la integración, sin formar parte de la institucionalidad. Esto ha ocurrido en el pasado con Noruega, que sin ser miembro hace parte del Espacio Económico Europeo. También Suiza puede ser un caso a revisar, pues sin ser parte de la Unión ni de ese espacio económico, hace parte de la Asociación Europea de Libre Comercio. Sin embargo, no será fácil llegar a acuerdos. Los TLC negociados por el bloque con Estados Unidos y Canadá no fueron simples y la negociación fue larga. Con este último ha durado más de siete años y no se ha firmado.

De sortear este difícil momento, la UE pasaría la prueba de seguir funcionando a pesar del retiro de uno de sus miembros. Es improbable que, con todas las consecuencias anunciadas, otros estados decidan abandonar la Unión. Europa seguirá el curso del proceso integrador que tantos éxitos ha significado. Entretanto, Londres deberá negociar las pautas de su nuevo aislamiento.

 

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