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Una lección de ética

Aura Lucía Mera
28 de diciembre de 2010 - 02:56 a. m.

EN ESTE PAÍS DONDE NO SE CONOce el verbo "renunciar" y mucho menos se le conjuga, es de quitarse el sombrero que Patricia Lara Salive, quien fuera fórmula para la vicepresidencia del entonces candidato por el Polo Democrático Carlos Gaviria, haya renunciado públicamente al partido.

Patricia siempre nos ha dado ejemplo de verticalidad; como periodista, como escritora, como política. Insobornable y frentera, jamás se ha dejado tentar por la vanidad del momento ni ha hipotecado su forma de pensar al mejor postor. Esto le ha traído muchas veces consecuencias desagradables como haber estado detenida en un aeropuerto de EE.UU. por ser sospechosa de “comunista”, además de críticas, rechazos y mal interpretaciones. Patricia hubiera podido dedicarse en su vida a hacer lo que quisiera. Apellidos, patrimonio, educación, infancia privilegiada. Optó por el camino más difícil: el de la justicia social. El de denunciar componendas y corruptelas. El de no comulgar con ruedas de molino. Sin dejarse salpicar de populismo ni mamertismo, sus convicciones no se canjean.

Una gran pérdida para el Polo, un partido que nació como una esperanza política, como una luz en medio del oscurantismo atávico de los partidos tradicionales. Un movimiento que nos ofrecía una senda ardua pero limpia, que se disponía a combatir no solamente las desigualdades sociales, sino todos los vicios de la clase política. Millones de colombianos sentimos que por fin tendríamos una alternativa democrática.

Sus comienzos fueron claros. Unas ideas y programas serios para construir un país mejor y más equitativo, que nos ayudaría a sacudirnos el polvo centenario de entuertos y malos manejos, de clientelismo y prebendas. Pero la ilusión fue corta. Mamertos resentidos aquellos que jamás pudieron desligar sus problemas personales de su trabajo y jamás conocieron más que El Capital (el cual interpretaron de forma fanática y unilateral). Seudointelectuales, movimientos políticos con antecedentes non sanctos (léase antigua Anapo), predicadores de ultra izquierda, encapuchados universitarios y toda suerte de raleas se fueron incrustando en ese Polo amarillo como el sol y fueron desvirtuando sus propósitos.

El Polo se fue derritiendo, el cambio climático de su original ideología al actual zaperoco en que se convirtió ya lo dejaron como opción de quinta categoría en el panorama político. Alcahueterías, intrigas, ambiciones, soberbias encontradas y malos manejos acabaron de convertirlo en charco de agua. Me duele porque también, una vez, creí y vote por él. Ojalá que con el Partido Verde no suceda lo mismo y nos quedemos en girasoles y poemas. Colombia necesita un partido de oposición honesto y maduro. No partículas resentidas que se despedazan entre sí.

Felicitaciones Patricia. Otra mujer que tiene como María Elvira Samper, María Jimena Duzán, Gilma Jiménez y Piedad Córdoba lo que le faltan a muchos políticos. Ellas sí. El polo opuesto a las luceros, las yidis, las dilian, las claras, que se dejan llevar y traer por el olor de las lentejas, vengan de donde vengan, no. A ver si una nueva estrella polar vuelve a surgir.

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