Atalaya

Una nueva jurisprudencia

Juan David Zuloaga D.
10 de agosto de 2017 - 02:00 a. m.

Se nos ha vendido la idea de que los estudiantes en Derecho reciben una formación amplia, con cultura vasta, fundamentada en las humanidades. Un año de trabajo en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario me dejó otras impresiones, que generosa y desinteresadamente quise compartir con los directivos de la Facultad, pero, sumidos en graves ocupaciones como estaban, no fue posible concertar una reunión. Comparto, entonces, estas reflexiones por las enseñanzas que puede dejarnos en estos tiempos de cambio del modelo educativo nacional.

Una de las clases que tenía a mi cargo pretendía enseñar a redactar ensayos, a leer sentencias y textos con los que los estudiantes deben enfrentarse a lo largo de la carrera, a limar asperezas en los escritos y corregir errores de redacción y ortografía. La asignatura es de cuarto semestre del pénsum. Cuál no sería mi sorpresa cuando al leer los escritos de los estudiantes encontré que estaban llenos de errores de ortografía, de anacolutos y de solecismos. Cuando me hube repuesto de mi sorpresa, comprendí que tales yerros, antes que impugnar la necesidad de la clase, la justificaban.

Uno de los hechos que más llamó mi atención fue los resultados que arrojó un taller en el que los estudiantes debían escribir el nombre de un autor, el título de una de sus obras y una brevísima sinopsis de la trama. Los resultados fueron sorprendentes. He aquí algunas joyas: el autor de El jugador es inglés y del siglo XX [sic]. Alejo Carpentier, autor de El arma [sic] y la sombra, es un autor inglés del siglo XX, y es la novela de un asesinato que se debe resolver [sic]. Franz Kafka es el autor de La metafísica [resic]. Para otro, el autor de La metamorfosis  es ‘Carquian’ [sic] y «trata la historia de como [sic] cambia un hombre de su transformación [sic]. Como [sic] un hombre relata el más bello amor de su vida y como [sic] lo cambia» [transcribo sin cambiar una coma el escrito del estudiante]. George Orwell escribió La rebelión en el siglo XVII. Para otro, el título es La granja, de autor desconocido del siglo XVIII. El jugador, de autor desconocido del siglo XVII [sic], trata de un jugador de fútbol el cual pide prestada plata a un señor [recontrasic]. Para otro, Dovstoiesky [sic] nació en la URSS [sic]; este lector de la literatura rusa no pudo decir ni el título del libro ni, claro, el argumento… Y un triste etcétera.

Habrá quien sostenga que tales no son conocimientos que deba saber un alumno de mitad de carrera de Derecho, pues éste se ocupa de otras cuestiones y que esos temas, humanistas y menores, le atañen a otras disciplinas. Pero lo más grave es que el taller no era una prueba sobre la literatura de Occidente, sino tan sólo un ejercicio para que escribieran algunas de las ideas que en esa sesión habían expuesto sus compañeros. Y eso sí es muy grave: la poca importancia que le damos al trabajo de nuestros colegas y el poco respeto que hoy guardamos por el otro.

En estos tiempos de reforma del modelo educativo convendría hacer notar que, en contra del prejuicio imperante, la lectura de textos filosóficos y literarios, y la formación humanista, contribuirían a generar valores que tanta falta hacen en el entramado social; valores tales como la empatía y el respeto por el otro, en lugar de la apatía y la indiferencia que reinan por doquier.

@Los_atalayas, atalaya.espectador@gmail.com

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