Universo Farc

Nicolás Rodríguez
01 de septiembre de 2017 - 09:00 p. m.

Como cualquier lista, el inventario de bienes e inversiones entregado por las Farc está plagado de objetos y actividades cuyo sentido y valor dependen del que las está considerando. Más de uno no ve sino inconsistencias.

Hay predios de todos los tamaños. Con y sin indicaciones. Hay vacas. Yeguas. Búfalos. Novillitos. Ganado sin verificar. Del que no se sabe si lo tiene el paramilitarismo. Ganado que se lo está llevando la disidencia. Soldadores, condones y máquinas de coser. Hay tiestos grandes. Y hay tiestos pequeños. Hay taladros y agujas. Mangueras. Impresoras. Sal de frutas y enchufes.

Desde la ciudad es fácil ridiculizar. Lo hizo con alegría y seriedad el fiscal Néstor Humberto Martínez al hablar de “ollitas, exprimidores de naranjas, exprimidores de limón, platicos, botas”, como si la racionalidad detrás fuese la de una miscelánea. Como si la lectura detenida de la lista no fuese también una ventana a la vida cotidiana de las Farc. Al universo de sus emergencias en la selva.

Pero la lista ofrece un orden (bienes inmuebles, medios de transporte, semovientes, equipos y enseres, efectivo), por supuesto, arbitrario. Como en el “Emporio celestial de conocimientos benévolos”, la enciclopedia china de Borges que clasifica a los animales en “perteneciente al emperador”, “embalsamados”, “amaestrados”, “lechones”, “sirenas”, “fabulosos”, “perros sueltos”, “incluidos en esta clasificación”, “que tiemblan como enojados”, “innumerables”, “dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello”, “etcétera”, “que acaban de romper un jarrón” y “que de lejos parecen moscas”.

Un orden también infinito, que la Comisión de la Verdad (esa otra productora de listas) habrá de acotar. Y por lo visto incompleto. El inventario es el libro de cuentas de un ejército. No hay consideraciones morales frente a las fincas robadas. No explican en qué condiciones lograron el oro. Y tampoco están incluidas cosas como los candados utilizados para amarrar personas secuestradas. Aunque se están confesando al abrir sus archivos no están pidiendo perdón. Ni era este el escenario para volver a hacerlo.

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