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Unos se van, otros se quedan

Mario Fernando Prado
22 de mayo de 2015 - 04:17 a. m.

Los gremios de la economía vallecaucana están de catre porque la empresa Mondelez, fabricante de los famosos chiclets Adams, los “alientadores” Halls y las hostigantes galletas Oreo, entre otros, y tras 60 años de producir dulces y snacks en estos lares, ha decidido levantar su carpa e irse a México en donde hay mejores condiciones fiscales, arancelarias y de transporte.
 
Era de esperarse. La globalización y los TLC han abierto nuevas y mejores posibilidades para abaratar los costos de producción y Cali, que fuera sede de múltiples multinacionales asentadas desde hace más de medio siglo, ha ido pagando los platos rotos laborales. Primero se fueron Kraft y Bayer, luego Gillette, después Michelin,  ahora Adams, y las que faltan.
 
Ello ha producido miles de vacantes —sólo en la otrora Cadbury Adams la masacre laboral está cercana a los 500 trabajadores— y, a pesar de que se están cumpliendo todos los protocolos para esta clase de despidos, hay un creciente descontento y malestar.
 
La administración municipal, conociendo previamente de estos éxodos, no adelantó algunas medidas de alivio que habrían servido de cierta manera para evitar estos cierres a través de estímulos  tributarios y exoneraciones de impuestos prediales y de industria y comercio mediante una dependencia encargada de apoyar la inversión generadora de esos empleos. Pero no. Se llora cuando ya es tarde.
 
Sin embargo y frente a estos cierres a los que se les está dando un gran despliegue, poco o nada se dice de la expansión y los buenos  resultados de las empresas vernáculas —que fea palabra— y la instalación de nuevas factorías que con ingentes esfuerzos se vienen cristalizando en este departamento.
 
Para citar solo un ejemplo, en el sector de alimentos, Colombina, la empresa líder en dulces, galletas, chocolates, conservas, snacks, salsas de ají etc., que genera 9.000 empleos  directos (8.000 en Colombia) y exporta a 50 países, constantemente amplía su portafolio de alimentos y es reconocida mundialmente por su protección al medio ambiente, la innovación y la tecnología.
 
Y así como Colombina hay docenas de empresas más que se han dado la pela, han tenido momentos difíciles y nunca han levantado sus toldas para irse detrás del sol que más calienta. Esa es una de las tantas ventajas de las factorías nuestras que sin embargo poco estímulo reciben y por el contrario viven soportando los excesos de impuestos normas y exigencias que espantan y desalientan hasta al más optimista.
 
Como dice la canción, “unos que vienen, otros que se van”; y yo agregaría los que  siempre estarán aquí y a quienes no les hacemos los reconocimientos que harto se merecen.

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