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¿Usted no sabe quién soy yo?

Cartas de los lectores
22 de junio de 2015 - 02:00 a. m.

Ahora que está en boga la célebre frase de “¿usted no sabe quién soy yo?”, viene a colación un incidente que sucedió hace 60 años con ocasión de la visita que por primera vez hizo el gran pianista y compositor mejicano Agustín Lara, invitado con su orquesta para amenizar el acto solemne de la coronación de la señorita Colombia 1955, Esperanza Gallón Domínguez, en el Teatro Cartagena.

Según el investigador musical Álvaro Ruiz H., cuando el maestro intentó ingresar al teatro, un portero arrogante, que no tenía idea de quién era el personaje, impidió en principio su entrada. El maestro seriamente enfadado lo increpó tratando de entrar sin resultado. Fue entonces cuando lo gritó diciéndole “¿Usted no sabe quién soy yo?, Yo soy Agustín Lara”. 
 
Eso no le bastó al vigilante quien insistió en no dejarlo entrar. Afortunadamente, uno de los directivos del evento terció en dicho impase, le presentó excusas invitándolo a entrar y de esa forma se dio por concluido ese difícil momento. 
 
Al terminar el acto de coronación, amenizado con los violines de su orquesta, la reina muy contenta lo invitó a los festejos, pero el maestro, que siguió resentido, rechazó amablemente el gesto de Esperanza Gallón. 
 
De esa forma, Agustín Lara se convirtió 60 años atrás en el pionero de la hoy  popular frase “¿Usted no sabe quién soy yo?”. Finalmente, el maestro jamás nos volvió a visitar.
 
José Portaccio Fontalvo. Bogotá.
 
La paz
 
No estoy de acuerdo con su editorial del domingo: para firmar la paz solo se debe tener la buena voluntad, esto es así de simple.
 
El Estado es Colombia, los maleantes son las Farc: ellos deben someterse a la ley y punto. Se les dan algunos beneficios de las penas, sí, pero deben responder ante la sociedad.
 
Si la negociación es la dilatación para no responder, es mejor acabar con eso, que no trae nada positivo.
 
La vida es más sencilla: los colombia nos la complicamos solos porque no sabebemos cuál es el valor de la fuerza y la autoridad de la ley. Aquí se está  negociando la ley nada más.
 
Felipe Rodríguez. Bogotá.
 
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

 

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