Usted no sabe quién soy yo: Uribe (o los uribistas)

Cecilia Orozco Tascón
16 de mayo de 2017 - 10:00 p. m.

Por momentos pensé que desvariaba. Pero no. Era cierto. El temible Timochenko atendía, casi con placidez, preguntas incómodas de la prensa: ¿cuántas caletas de armas dejaron por ahí? ¿Qué pasó con los menores en las filas guerrilleras? ¿Qué harían las Farc si el uribismo gana las elecciones y “vuelve trizas ese maldito” acuerdo de paz? (Según prometió el fascista exministro Londoño). Timochenko contestaba con una serenidad asombrosa y, si me lo permiten —antes de que me caigan a insultos quienes no soportan la diferencia—, con gran sensatez. Una de dos: el jefe guerrillero aprendió, en cuestión de meses, el arte del disimulo que dominan los políticos tradicionales, o entendió y, sobre todo, aceptó lo que significa la controversia democrática y lo que esta conlleva: una prensa libre. No lo podía creer porque las apariencias que nos venden como realidades a los votantes indican que los demócratas son aquellos que eligen, se hacen elegir, conforman partidos y concurren al Congreso a defender sus ideas. Pues mire usted que no. Ahí vamos descubriendo, a la hora de la verdad y en el campo de los hechos, quién es quién.

Entrevistado por Noticias Uno el domingo pasado, Timochenko respondió (ver): “¿Que van a volver trizas (el acuerdo)? Bueno, nosotros lo vamos a rearmar… cogemos esas trizas y lo volveremos a armar… (eso) nos tiene que incentivar a… hacer una mayor pedagogía de paz con los distintos sectores que todavía no se han motivado”. Ese domingo, el máximo representante de “los sectores no motivados”, Álvaro Uribe, cuya responsabilidad pública es, por supuesto, infinitamente superior a la de Timochenko por cuanto este es el opositor al sistema y el primero ha sido el summum del mismo, reinició sus ataques temerarios y riesgosos para la vida de los periodistas y medios que no callan ante él ni por la fascinación caudillista que produce ni por temor a enfrentar su poderío insondable.

La trinchera del expresidente, su sitio en Twitter —en donde nadie le pide cuentas—, difundió su estigma predilecto: “Noticias Uno… su periodista Pro Farc (sic)…”; “Noti Uno, información vocero Farc…”. Su ira explotó, en esta ocasión, porque reportamos el informe de la Contraloría General, de la semana pasada, en que consta la acumulación ilegal de baldíos de la Nación (predios rurales destinados a los más pobres) por parte de grandes terratenientes, entre estos, Álvaro Uribe. En lo que corresponde al senador, precisamos, basados en las investigaciones del ente de control fiscal que datan de 2013, que la hacienda cordobesa El Ubérrimo, de su propiedad y la de su familia, se benefició durante su gobierno con inversiones oficiales que él y su ministro Arias, hoy preso en Estados Unidos y en trámite de extradición, ordenaron y firmaron en un decreto sobre distritos de riego con el que se pretendía, entre otras razones, “aumentar la generación de ingresos para las familias beneficiarias” (ver decretover documento 1 y documento 2, leer especialmente págs. 14 a 20). Esa nota nos convirtió automáticamente en miembros activos de la guerrilla. Noticias Uno no fue el único blanco del expresidente. @AlvaroUribeVel replicó, cuantas veces pudo, injurias contra columnistas que lo critican, distribuidas en las redes por sus subalternos que actúan abierta o soterradamente en el mundo digital a través de cuentas falsas o mediante portales que simulan ser periodísticos, pero que no alcanzan sino la altura de las alcantarillas porque allí se recogen detritus, no noticias.

El senador y su cuerda intentaron, pero no lograron, desprestigiar al abogado Ramiro Bejarano, contradictor del uribismo, debido al “ gran descubrimiento” de que en su bufete se ejerce la profesión del derecho; y al comentarista de humor Daniel Samper Ospina por atreverse a ironizar sobre la actualidad política. No se trata de casos incidentales. La estrategia es clara: si usted me confronta, es narcotraficante, aliado de los carteles, guerrillero, terrorista y corrupto. Si usted está conmigo y clasifica en alguna de las categorías anteriores, no se preocupe. Cuando lo investiguen los jueces, llegará un hada de varita mágica para clasificarlo como “perseguido político”. Álvaro Uribe sí sabe conjugar bien la ecuación “usted no sabe quién soy yo”.

 

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