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Valdemar Franklin

Cartas de los lectores
11 de septiembre de 2012 - 10:48 p. m.

El pasado 8 de septiembre leí en El Espectador un artículo que hace un recuento veraz sobre la vida de mi padre, titulado "La valentía del coronel Valdemar Franklin Quintero".

Sin embargo, me llamó la atención observar que al lado de su foto aparece la del actor que encarna al coronel Oswaldo Quintana en la serie Escobar: El patrón del mal, que transmite Caracol Televisión, y en donde, supuestamente, trataron de recrear los últimos meses de vida de mi padre como comandante de la Policía de Antioquia.

Aunque no hemos visto la novela, varios allegados nos preguntaron si algunas escenas del coronel Oswaldo Quintana realmente reflejaban la vida de mi padre, frente a las cuales quisiera comentar:

1. Durante los casi ocho meses que mi padre ejerció como comandante de la Policía de Antioquia, jamás tuve conocimiento de que él solicitara traslado por temer a un posible atentado contra su vida. Todo lo contrario, quienes conocían a mi padre sabían que su carácter no correspondía a ese tipo de actitudes y sus superiores eran conscientes de su arrojo y de su determinación. Pero como soy su hijo, y posiblemente mi opinión hacía él podría ser subjetiva, solicito al entonces director de la Policía Nacional, general Miguel Antonio Gómez Padilla, y a su cuerpo de generales que respondan públicamente lo siguiente:

¿Es cierto que el coronel Valdemar Franklin solicitó su traslado por temor a un atentado contra su vida? En caso afirmativo, ¿por qué su petición no fue atendida?

2. Ni en el artículo de El Espectador y, tengo entendido, en ninguno de los capítulos donde sale el personaje del coronel Oswaldo Quintana muestran la captura que el comando de Policía de Antioquia realiza del narcoparamilitar Alonso de Jesús Baquero, alias El Negro Vladimir, tristemente conocido por perpetrar masacres como la de La Rochela. Dicha captura, sumada a los otros operativos que se realizaron contra el narcotráfico, fueron la verdadera causa por la cual el cartel de Medellín asesinó a mi padre.

3. En la novela muestran que el coronel Oswaldo Quintana decide cambiar de automóviles todos los días y renunciar a sus escoltas para despistar al enemigo. Nada más lejano a la realidad que esa escena. Desde el primer día que mi padre asumió el comando, en enero de 1989, tuvo la misma camioneta blanca marca Nissan en la cual fue asesinado, y nunca contó con escoltas por decisión propia, porque no quería exponer la vida de sus hombres. Su deseo se vio cumplido porque las dos personas que iban en el vehículo el día del atentado, los agentes Madrid y Marín, no fallecieron.

4. Quisiera finalizar con esta reflexión: la vida de algunas personas solamente cobra valor por la forma como murieron. Para mi familia y para mí, la vida de mi padre cobra valor por sus actos valerosos y por su honestidad intachable, mas no por la manera como falleció. De mi familia jamás esperen demandas contra el Estado, la exigencia de cargos públicos o la reclamación de indemnizaciones administrativas por ser “víctimas” de la violencia.

El sacrificio del coronel Valdemar Franklin no tuvo, no tiene y jamás tendrá precio. La única recompensa que esperamos es que nunca olviden el legado de honestidad y de rectitud de ese gran hombre que fue mi padre.

Richard Franklin.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

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