Vientos electorales

Danilo Arbilla
03 de octubre de 2014 - 09:00 p. m.

Comenzó octubre, un mes agitado por vientos electorales. En estos días en Brasil (5), Bolivia (12) y Uruguay (26) serán juzgados sus respectivos gobiernos.

En los dos primeros los actuales presidentes Dilma Rousseff y Evo Morales van por la reelección y en Uruguay la gobernante coalición de izquierdas Frente Amplio recurre y confía en que el expresidentes Tabaré Vázquez nuevamente vencerá a los partidos históricos, Blanco y Colorado, como lo hizo hace 10 años.

Las campañas son virulentas y las acusaciones van y vienen. El tema corrupción es central entre los brasileños; en Bolivia los abusos de poder y utilización de la maquinaria y recursos del Estado a favor del oficialismo es, sin duda, lo que más empaña un debate en el que el “ machismo“ también reclama un espacio y en Uruguay, en una confrontación salpicada por denuncias e investigaciones de actos de corrupción, el tema principal de divergencia ha pasado a ser la acogida de “6 islamitas presos de Guantánamo“, resuelta, pero aun no concretada, por el presidente José Mujica, quien ha agudizado su peculiar lenguaje y al tiempo de acusar a la oposición de “ alma podrida”, exige que “ no le rompan más las pelotas ” con ese asunto.

Los mercados tiemblan, porque, como es sabido , el capital es cuidadoso, cobarde e huidizo y le gusta que le adulen y lo contemplen, conducta a la que los gobiernos, sean del signo que sean y necesitados de inversiones, son muy propensos.

Pero si bien las campañas son virulentas, lo son solo verbalmente. Y eso es destacable y positivo.

En alguna forma las elecciones – tan contaminadas en la región por los ataques de los mandamases a la libertad de expresión y a los opositores - operan como un elemento de desahogo, de alivio o de esperanza, que frena manifestaciones mas violentas de protesta , rechazo, inconformismo y reclamo de cambios que en casos dan pie a utopías alimentadas por oportunistas demagogos .

Las elecciones constituyen una especie de tregua, pero que se acaba cuando asume el gobierno elegido. El caso de Brasil es el más elocuente y parecería que los mercados tienen sus razones para estar agitados. Si gana Dilma,- sería en segunda vuelta según las encuestas-, tendrá que encarar un fuerte ajuste económico que afectará, entre otras cosas, a subsidios y regalías a la población con las que el PT ha logrado una buena base electoral y parar en algo la protesta. Si lo hace, recrudecerá la movilización y el reclamo social que las elecciones han sofrenado un poco. Si no lo hace, la economía brasileña seguirá en baja y a muy corto plazo la agitación será en los mercados y en el campo social, a la vez.

En concreto, la interrogante principal no es sobre quien ganara, sino sobre lo que viene después.

Mientras tanto las elecciones cumplen esa función extra de distracción y de generar expectativas y esperanzas.¿ Cuanto desearían los argentinos tener elecciones en estos días, en que los mercados están tan agitados y el dólar se dispara sin riendas ni frenos?. Y no es que quieran un golpe de estado- que así siempre es peor el remedio que la enfermedad- ni que haya una conspiración de la derecha, la burguesía y el imperialismo yanqui, como dice la Presidente Cristina Kirchner recurriendo al clásico recetario progresista, populista y bolivariano. Lo que pasa es que a la gente le asusta todo lo que todavía pueda hacer este gobierno que cree que la economía se arregla con voluntarismo y a las patadas y que a la oposición y las ideas disidentes se le responde con insultos y persecución.

 

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