Vinos de lugar único

Hugo Sabogal
05 de febrero de 2017 - 01:49 a. m.

A la península arribaron inicialmente los fenicios con la misión de intercambiar todo tipo de insumos locales por vinos hechos en el Medio Oriente. Les siguieron los griegos, quienes impulsaron la idea de convertir a España en un importante polo vitivinícola en el Mediterráneo. Luego los romanos hicieron lo propio, dirigiendo sus huestes conquistadoras al centro y norte del país, hasta llegar a Portugal.

Todo esto para decir que la totalidad del territorio ibérico fue tocado –leve o profundamente– por la cultura del vino desde hace más de 3.000 años. Algunas zonas han alcanzado notoriedad, como Rioja, Ribera del Duero, Toro, Rueda, Jerez de la Frontera, Penedès, Priorato y Navarra.

Lo cierto es que con 63 denominaciones de origen legalmente establecidas, no parecía haber espacio para otros jugadores. Pero sí lo hubo.

Así fue como se abrió paso al capítulo de los Vinos de la Tierra (VT), un segmento reservado a bodegas que deben regirse por estrictas condiciones de trabajo.

Fuera de las fronteras españolas, son muy pocos quienes conocen esta realidad. Por eso voy a darle un vistazo a este interesante apartado de la vitivinicultura española.

Lo primero es entender a cabalidad lo que significa Vino de Pago. Se trata de una fracción de tierra bien delimitada, caracterizada por condiciones únicas e irrepetibles de suelo y clima para la producción de parras de excepción.

Pero no sólo el espacio físico debe cumplir con dichas condiciones privilegiadas, sino que las plantas deberán haberse adaptado armónicamente al suelo y al microclima.

A todo lo anterior se suma el trabajo del hombre, quien deberá respetar los cánones tradicionales de elaboración, con el fin último de transmitir una identidad de origen.

Muchos españoles se incomodan con la idea de comparar sus vinos de pago con los Cru y Grand Cru franceses, pero, en el fondo, se trata de prácticas agrícolas y de técnicas de elaboración similares. En el caso de los franceses, el concepto dominante es el de los vinos de terroir.

Algunos propietarios de fincas dedicadas a los vinos de pago establecieron, desde hace algún tiempo, una asociación de fincas agrupadas bajo el lema de Grandes Pagos de España. A ella pertenecen marcas como Cérvoles Celler, Bodegas Gramona, Pagos del Marqués de Griñón, Bodegas Mauro, Finca Valdepiedra, Bodega Valdespino, Chivite, Numanthia y Finca Moncloa, entre otras.

Otro núcleo de casas menos reconocidas opera bajo la denominación de origen Vinos de Pago y reúne a productores de zonas como Toledo, Ciudad Real, Albacete, Navarra, Zaragoza, Cuenca y Valencia.

Algunas de las marcas que gozan de admiración local e internacional incluyen Dominio de Valdepusa, Pago de Otazu, Dehesa del Carrizal, Bodega El Terrerazo y otras más.

Como es de suponer, la poca extensión de los terrenos y la baja productividad de los viñedos hace prever volúmenes bajos y precios moderados y altos. Por tanto, serán opciones muy enfocadas a aficionados aventureros y a amantes consagrados.

De todas formas, no sobra invitarlos a todos para que se salgan de la comodidad de sus preferencias ibéricas y se den a la tarea de buscar y descorchar vinos de pago o de la tierra para descubrir sorpresas que seguramente querrán revivir en el futuro.

Lo interesante de todo este fenómeno es que muchos países del Nuevo Mundo, entre ellos Chile y Argentina, también han comenzado a trazarse el mismo camino. De esto hablaremos en otra cita.

 

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