Visitando tumbas con Noteboom

Columnista invitado EE
27 de febrero de 2017 - 08:16 p. m.

Entre incontables naufragios literarios, algunas veces mis lecturas echan anclas en la obra completa de un escritor gracias a determinado libro suyo incitándome a leer otros de su producción, excluidos previamente. Un texto que zanja mi encuentro con su condición literaria, sus fondos estéticos y cuanto aquel forja desde su visión del mundo. “De todos los hombres que uno es, alguno duerme y los demás velan. Cuantos menos hombres se es, más y mejor se duerme", escribe Cees Nooteboom (léalo Ceis Notebom), uno de tales autores. Sin preámbulos publicitarios, el neerlandés me sedujo con Tumbas de poetas y pensadores.

Filosófica introducción de 38 páginas –Tánatos y Polimnia fusionándose entre su prosa– me entrelazó con la afirmación de belleza literaria que rastreo por libros y autores. A sus 81 años de edad, este imponente errabundo del siglo XX prepara un libro sobre su peregrinaje poético por 33 templos japoneses, participándonos sus impresiones de poeta viajero, de narrador viviendo la historia como magno poema de rimas que regresan pertinaces. Descansa de cultivar su jardín en Menorca, viajando por el mundo. “He podido combinar las dos cosas más importantes para mí: la escritura y los viajes”. Sabio ebrio de caminos y lugares, errancias transfiguradas en novelas, poemas y ensayos, al concebir la literatura y el arte como indagación en el misterio, Nooteboom no es escritor para masas. El libro que me eslabonó a toda su obra, lo concibió a partir de visitar la tumba de Proust, en el cementerio de Pére-Lachaise. Desde su voz, su prosa y su poesía, sus intuitivas miradas y filosófico estilo, plenos de articulaciones literarias propias del observador elocuente, lúcido y metafísico hasta en el bosquejo de elementales estampas cotidianas, ochenta y dos muertos del citado libro guardan algo para confesarnos a los vivos.

Rüdiger Safransky, filósofo germanista, antólogo de sus textos en la obra Tenía mil vidas y escogí una sola, puntualiza de Cees: “Es un poeta filósofo, un nómada moderno y un escritor que no solo reflexiona sobre la relación entre los viajes reales e imaginarios sino que la vive”. Alta expresión de las particularidades del viaje en una polifónica prosa poética y narrativa, toda frase suya, al ensimismarse y discurrir sobre determinado lugar, se torna metáfora, aforismo y axioma y silogismo, todo yuxtapuesto. Cees reconoce: “Es mucho mejor escribir que hablar; solo puedo formular las cosas cuando escribo”.

El rutilante estilo del recio nómada incrusta mi alma sedentaria entre las aristas de sus libros, acompañado por Basho o Krishnamurti y desde Pierre Loti hasta Vikram Seth o Kapuściński. Por donde pasees, la literatura de Nooteboom puede enriquecer tu experiencia de viajero, iluminando con poesía o prosa los territorios transitados. Para leerlo, sugiero el clarinete con música klezmer de Giora Feidman.

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