Voluntad política

Gonzalo Silva Rivas
11 de junio de 2013 - 06:00 p. m.

Los países que se han acreditado como potencia turística no han surgido por azar.

A lo largo de mucho tiempo se prepararon para hacer de esta industria polo de progreso y desplegaron esfuerzos de manera conjunta y coordinada entre sus instituciones públicas y privadas para fomentarla. La ejecución de planes y la implementación de hojas de ruta no obedecen al esfuerzo aislado de ciertas dependencias sino a políticas de Estado. 

El tema lo pone sobre el tapete Óscar Rueda García, el recién retirado viceministro de Turismo, amplio conocedor del tema, quien plantea en declaraciones dadas al portal www.bogotaturismo.com, que el mayor problema que vive la capital colombiana –y que está calcado en todas nuestras ciudades y en el propio país- es la falta de una institucionalidad turística fuerte.

Esta industria es de carácter transversal y en consecuencia exige de rigurosa relación interinstitucional que garantice las bases de un verdadero avance en la materia. El turismo debe ser bandera del Gobierno Nacional y de cada una de las alcaldías, responsables en su ámbito de conjugar y demandar acciones entre los sectores oficiales que de una u otra manera son intervinientes para la consolidación de un ambiente apropiado, coherente y sustentable que posibilite su adecuado ejercicio.

A manera de ejemplo, ilustra Rueda García, que en ningún lugar el turismo va a garantizar la existencia de buenos hospitales ni buenas vías, pero las buenas vías y los buenos hospitales siempre asegurarán la presencia de buen turismo. 

La actividad tiene que enfocarse dentro del marco de una gestión multidisciplinar entre los distintos actores públicos y privados para la búsqueda del mismo fin. De lo contrario será difícil que sea competitiva y se convierta en generadora de desarrollo. Debe trascender de la escueta propuesta de trabajo misional -generalmente bienintencionada- de una entidad, llámese como se llame. Si ésta no cuenta con el encadenamiento productivo y con el apoyo de las demás, ni tampoco dispone de recursos adecuados para adelantar labores de promoción y mercadeo, su papel será decorativo.  

En cualquier lugar donde existan falencias en infraestructura vial y turística; en servicios públicos, movilidad y seguridad; en la preservación del patrimonio natural y cultural y en políticas de inclusión social, la actividad cumplirá papel marginal como opción estratégica para el crecimiento económico. Un programa integral de turismo, con rango de prioridad nacional, solo puede sustentarse sobre la base de voluntad y decisión políticas.

gsilvarivas@gmail.com

 

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