Volver a lo básico

Felipe Jánica
13 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

Pareciera que las complicaciones propias de las nuevas estrategias es la máxima de un líder ávido de nuevas soluciones. Volver a los conceptos básicos y a lo simple, podría coadyuvar a la generación de nuevas ideas e incluso a ser el motor de la innovación. Pero ¿Cómo lograr que la innovación sea más sencillo de los que parece?

La pregunta pareciera obvia, pero en realidad necesita de mucha simpleza más que de la elaboración de ideas científicas. Sé que las comparaciones parecen odiosas, pero cómo es que existen grandes compañías innovadoras y cómo éstas encuentran – pareciera de manera sencilla –  nuevas soluciones para la sociedad. ¿Qué tan lejos estamos de crear o de innovar, que no necesariamente es lo mismo, en el país del sagrado corazón?

Volver a lo básico debería ser la premisa de los líderes modernos. Me refiero a la simpleza de las cosas. En el ámbito empresarial, no necesariamente la innovación va de la mano de la creación de nuevas soluciones. Simplemente pensar de manera diferente y entender las necesidades del mercado o de la sociedad, podría llevar a la anticipación de nuevas y mejores formas de aproximarse al mercado. En el caso de los estados, el asunto es mucho más fácil. Si los gobernantes se dieran cuenta que lo que tienen que hacer es servir más en lugar de recibir adulación – alimento de su diablo interno: el ego – y por supuesto permanencia en el poder, otro gallo cantaría.

Así las cosas, lo primero que hay que retomar es que en nuestro país, e incluso en Latinoamérica, seguimos padeciendo el mal endémico del corto placismo. Esto es que tanto los estados como las empresas, siguen haciendo lo mismo y aún no se han dado cuenta que lo que deberían hacer es planeaciones de largo plazo donde el principal caballo de batalla debería ser la educación. En el caso de los estados latinoamericanos, el clamor son las reformas estructurales en educación. Por el lado de las empresas, los entrenamientos hechos a la medida, son los propulsores de cultura innovadora. Un pueblo educado y unos empleados con mayor criterio, son la materia prima para generar nuevas ideas o incluso a mejorar las existentes.

Dicho esto, la tarea es entonces encontrar el camino en el mediano plazo para generar nuevas o mejores formas de hacer las cosas. En el ámbito empresarial, la innovación, por ejemplo, no necesariamente sería el inventarse o reinventarse la rueda. Simplemente bastaría por analizar cuáles son y serán las necesidades de sus clientes. Para ello lo primero que hay que identificar es quiénes son los clientes de sus clientes, pues si no se conoce realmente su entorno, difícilmente se podrá imaginar cuáles son sus necesidades de corto, mediano y largo plazo.

En el caso de los estados, es necesario que se cambie el arraigo de que todo aquél que participe o sea parte de la política es corrupto. En este sentido, claramente el camino es mucho más largo que en el privado, aunque no necesariamente, pues no se sabe si el corrupto es público o privado. Si se logra convertir el flagelo de la corrupción en ilusión, estoy convencido que no sólo la esperanza volvería sino también el progreso y por supuesto la perdurabilidad tanto de las empresas como de los estados. Sé que suena fácil, pero es que en realidad lo es. Así pues la esperanza está en las manos de los ciudadanos al momento del ejercer su más preciado derecho: el voto. En el caso de las empresas, cuanto más y mejores herramientas se le brinde a sus colaboradores, más y mejores soluciones seguramente aportarán de cara a la maximización de su riqueza, que no sólo son para sus dueños (shareholders) sino para sus interesados claves (Stakeholders).

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