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¿Ya bendijo su automóvil?

Enrique Aparicio
25 de enero de 2015 - 02:00 a. m.

Hoy es domingo y en lugar de empezar a machetazo limpio con algo así como: ¿Uribe sigue en Colombia?, preferí el tema de las religiones, que está de moda.

Dado que no soy un seguidor religioso, monotemático, me siento en capacidad de ver muchos aspectos desde la barrera.

Quienes practican la religión hindú son seres devotos, convencidos, con ideales y soluciones a través de sus libros sagrados, el Bhagavad-guita o el Mahabarata; hacen parte de una población que vive sus tradiciones y creencias en forma muy reverente. Tener un automóvil nuevo representa un logro, un elemento más en la vida cotidiana, en la familia; no es solo la cilindrada o la comodidad, sino que hay un contenido espiritual. De esa manera la ceremonia en el templo de Bangalore, donde un sacerdote procedió a ejecutar los ritos de la prosperidad para que las cosas fueran bien con el nuevo vehículo del creyente, mereció todos mis respetos. No te vas a mostrar el nuevo conjunto de caucho, hierros y bombillos a tus más conocidos, sino que te presentas en el templo para consagrar un bien material. Allí le piden al sacerdote que les dé una bendición (ver mi youtube).

Vivimos en un universo de incrédulos, donde el yoga, la meditación y el ayurveda o sea la medicina con más de 5000 años de antigüedad - una alternativa para evitar que te llenen de pastillas de cualquier cosa- , están muy lejanas de muchos de nosotros, pero son una realidad en India y en el resto de la poderosa Asia. Algo estarán haciendo bien.

Caminar descalzo por un templo es todavía algo más allá de nuestra visión personal. Sorprenden sus figuras en la piedra, talladas hace cientos de años, como las apsaras, bailarinas celestiales con sus senos llenos de expresión y poses sensuales que enriquecen los templos y los llenan de vida. En ellos podemos encontrar, por ejemplo, a Vishnú, el dios de la bonanza, con su esposa Lakshmi, diosa de la belleza y la buena suerte, que quedan fuera de cualquier horizonte mental de occidente.

No es ir a un templo para lamentar y darse golpes de pecho, sino para pagar tributo a ese dios o diosa que te va a ayudar a mejorar tu riqueza personal y espiritual, es buscar el optimismo en una figura a la que le crees. No se trata de arrepentirte de algo para que te den de lo otro. Todos necesitamos de la bonanza pura y dura. Qué mejor que pedirla a alguien dentro de nuestro concepto espiritual, en lugar de ir a darse garrotazos con el director de la empresa para que le suba el sueldo.

Visité algo espectacular: un monolito de unos 18 metros de altura, esculpido en el año 981, que representa al dios Gomateshvara (de la religión del Jainismo), desnudo, quizás uno de los penes más observados de la India y, como me dijo mi compañera, “no se ve nada mal”. (ver youtube LINK)

La forma amplia y simple de presentar a sus seres espirituales que mueven el universo cotidiano no tiene paragón. Los caminos del intelecto para entender sus enseñanzas y prácticas corresponden a sabios, no a mí. Aclaración obvia. Pero lo que me deja sin descanso, es la belleza de sus escenas, su exponencial compromiso con la maravilla de sus libros sagrados, decantados, digo yo, de sangre y más bien su candor para “pegarse” al pueblo, no a través de grandes filosofías, sino por imágenes que unen el sentimiento popular. De ahí que podamos entender por qué queremos bendecir nuestro automóvil.

Ese líder inmenso, Mahatma Gandhi, quien se “aburrió” del yugo británico y les aclaró que doscientos mil ingleses no podían manejar a 600 o 700 millones de indios, muestra la fortaleza de esta nación. La independencia de la India fue hace solo 68 años. Si los españoles nos dejaron lo único que no se pudieron llevar, la religión y el idioma, los ingleses dejaron el idioma y los ferrocarriles, el sistema más grande del mundo de vías férreas. Con una población de 1,2 billones de habitantes y 3. 287.590 kilómetros cuadrados, es un país con sus tradiciones que no solo ha sobrevivido desde hace 5 mil años sino que otros cinco mil los esperan. Problemas: todos, pero su gente en general te deja sorprendido. Su humildad, su deseo de aprender, su fuerza, su energía. India se ha convertido en otro gigante. Centrados en tecnologías nuevas, en IT, van a dar un salto enorme hacia un buen futuro.

Pero ya que estamos en el rio de lo incrédulo, imágenes y religión, hay otro tema que me encanta: el cuento de las vírgenes y santas del mundo católico. Sobre el particular espero escribir un libro el día que se me dé la gana. Expresión virtuosa de los que no sabemos cuándo tendremos el tiempo para semejante odisea. Ya escribí una novela, hoy en manos de algún editorial para ver qué pasa. Reconozco que me costó sudor y lágrimas terminarla y si no hubiera sido por mi mujer, que me atornilló a una silla en un café amable en la ciudad donde vivo, nunca la hubiera acabado. Pero concentrémonos:

Uno de los aspectos que más me atrae en la religión, repito, que veo entre positivo y cercano a los mortales, es: ¿cuál ha sido la influencia de un artista para hacer una pintura de una virgen?

Si me convierto en un pintor de Sevilla, con la coreografía de hace muchos años, donde las gitanas hermosas deambulaban por la ciudad y la fiesta brava estaba al lado en la plaza de la Maestranza, es imposible que el pintor se zafara de ese entorno. Su virgen se parecería a una de esas mujeres que tanto miraba y admiraba. Hace tiempo tomé una foto de una de esas vírgenes, que quizás acompañan al torero a lo que puede ser su última corrida.

Enrique Aparicio Smith - Enero 2015 youtube http://youtu.be/6dDNsa0NHMQ

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