El debate sobre las corridas de toros y el complejo tema del respeto que las mayorías deben tener por los gustos de las minorías, paralelo a los deberes del ser humano con los animales, tomó un nuevo rumbo en el Congreso de la República. Luego de la sanción de la Ley Animalista, que estableció hasta tres años de cárcel a quienes maltraten a los animales, en la Cámara de Representantes fue radicada una iniciativa que intenta ponerles límites precisos a las corridas de toros en el país.
Aunque el proyecto no menciona directamente acabar con este espectáculo, sí establece una sustancial reforma a la Ley de Protección de los Animales: prohíbe la utilización de elementos que laceren, mutilen, hieran o den muerte al animal, utilizados en los eventos. De acuerdo con el texto radicado, se busca ampliar la regulación de las prácticas de entretenimiento y manifestaciones culturales que involucren animales, tema que se tocó muy por encima en el trámite de la Ley Animalista.
El autor del proyecto, representante Nicolás Echeverry, señaló que hay una “urgencia para legislar frente a la práctica de entretenimiento y expresión cultural que involucra animales”. El propósito entonces es que sigan en marcha las corridas de toros, sin que se permita el maltrato y la muerte del animal.
Este desarrollo normativo en defensa de los animales tuvo origen en Portugal, donde está establecido que para hacer digno un escenario —como la plaza de toros de Lisboa— jamás se puede llegar a matar un animal. Norma acogida en 2011 por el Parlamento Catalán, donde fue modificada una ley de protección de animales para prohibir la fiesta brava. También en 2011 se aprobó en Quito (Ecuador) una ordenanza que comenzó con un referendo para prohibir la muerte del toro en las corridas.
Pero la avanzada de la llamada bancada animalista en el Congreso no para ahí. En el Senado ya se anunció la presentación de un proyecto de ley para prohibir la presencia de menores de edad en espectáculos taurinos y eventos conexos. El eje central de esta iniciativa es la protección de los menores, en el entendido de que no deben estar en escenarios que puedan incluir violencia contra los animales.
De acuerdo con los animalistas, “los menores deben desarrollarse en ambientes sanos, alejados de actividades que puedan causarles daño emocional, físico o psicológico”. Hace un par de meses, México abrió la discusión sobre un proyecto de ley para prohibir la entrada de menores a estos escenarios a través de una reforma a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
A partir de este cambio, que empezó a promoverse en el Legislativo para pasar a un nuevo régimen jurídico que no permitiría la muerte del toro en las corridas y la prohibición de menores en estos eventos, una vez más se abre la discusión: ¿crueldad o espectáculo?