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Antillas Menores, las joyas del Caribe

Estas pequeñas porciones de tierra sobre el mar se destacan por sus parajes de playa y naturaleza intensa.

Redacción Buen Viaje
05 de agosto de 2015 - 02:33 a. m.
Antillas Menores, las joyas del Caribe

Desde arriba parecieran ser migajas de pan que han caído dentro de una taza de café y, por su extensión, muchas no serían más que una ciudad pequeña en algún otro país de Latinoamérica. Pero es justamente esa ubicación exótica —tan indefensas ante la inmensidad del mar Caribe— lo que convierte a las Antillas Menores en parajes sin igual donde se pueden encontrar con facilidad playas semidesérticas y vestigios de los tiempos antiguos que aún permanecen intactos.

En total, son 24 islas, muchas de las cuales son países independientes, como Trinidad y Tobago, Barbados o Antigua y Barbuda. El resto de territorios insulares se reparte entre una cantidad de países, entre ellos Estados Unidos y Países Bajos. Es así como la tradición, la arquitectura colonial y lugares de extrema tranquilidad se extienden en estas tierras remotas que forman un pequeño arco desde Puerto Rico hasta Venezuela. Verdaderas joyas que serían el tesoro de cualquier pirata.

En esta edición hacemos un recorrido por Monserrat, Guadalupe, Curazao, Martinica y Antigua y Barbuda, cinco pedazos de tierra que son destino de miles de turistas cada año, llevados por la magnitud de sus paisajes y la naturaleza circundante.

Martinica

El primer navegante europeo que llegó a esta isla fue Cristóbal Colón, en su arribo a América. Es un territorio de origen volcánico lleno de destinos en toda su extensión que, junto con la isla de Guadalupe, forma las Antillas Francesas. En Fort-de-France, la capital, uno de los parajes más impresionantes es la bahía de los Flamencos, un cuerpo de agua rodeado por las montañas volcánicas de Pitons du Carbet.

No se puede dejar Martinica sin visitar la ciudad de Saint-Pierre, que en su mejor momento fue considerada como la pequeña París de las Antillas, y Anse Turin, su exótica playa de arena gris, ubicada en el sur.

Curazao

Si hay algo que llama la atención de este pedazo de tierra es su arquitectura: una mezcla holandesa y caribeña que es evidente en el diseño de sus ciudades, llenas de callejones estrechos, calles principales anchas y techos empinados. Una de las postales más populares son sus casas de colores en Willemstad, la capital.

Esta isla, territorio de Países Bajos, tiene 35 afamadas playas para tomar el sol y practicar surf, entre las que se destaca Klein Curaçao, una isla deshabitada ubicada a dos horas en barco de la costa suroriental, con aguas tranquilas y olas pequeñas.

Antigua y Barbuda

A pesar de ser una nación independiente, aún conserva muchas tradiciones de Gran Bretaña. Es un destino para el turismo de lujo, con abundantes hoteles resort y un acervo cultural importante que atrae a los visitantes. Asimismo se presta para el disfrute de varios deportes como el golf, el tenis, el esnórquel y el buceo, estos últimos con el gran atractivo de tener cerca numerosos naufragios a poco metros de la costa, ver tortugas y varias especies de peces tropicales.

Durante la visita se puede disfrutar del colorido mercado de Saint John, donde se encuentran variadas frutas y vegetales.

Guadalupe

Esta isla francesa es un auténtico destino de sol y playa, con aguas turquesas que enamoran a más de uno. Un verdadero paraje con todos los elementos del Caribe. Sin embargo, Guadalupe también es una excelente opción para los amantes de la naturaleza más salvaje.

Uno de los planes más apetecidos por los turistas que la visitan es trepar la cumbre de la Azufrera, hacer senderismo a través de su espesa selva o visitar el lecho y sus especies marinas con esnórquel. Para un plan turístico se destacan la Punta de los Castillos, el parque natural de la isla y las cataratas de Carbet, junto con sus atractivos culturales, como los desfiles y bailes que se llevan a cabo durante la semana del Mardi Gras hasta el Miércoles de Ceniza.

Monserrat

Es una de las islas más pequeñas de las Antillas Menores y en su diminuta área (102 km2) alberga tres macizos volcánicos.

De norte a sur se distribuyen Silver Hills, el más antiguo, Centre Hills y Soufriére Hills, cuyas erupciones han moldeado un paisaje de acantilados y piedra volcánica.

Pero Monserrat es más que eso. La vegetación es abundante, con cerros y bosques atravesados por ríos, convirtiendo la isla en un lugar ideal para la práctica de senderismo y escalada y para adentrarse en la naturaleza a través de expediciones fotográficas.
 

Por Redacción Buen Viaje

 

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