Una exuberante flora y diversidad de especies animales, algunos en vía de extinción, como el jaguar, el águila arpía y la guacamaya roja, habitan esta reserva. Se calcula que hay 267 tipos de plantas, de las cuales por lo menos 160 son árboles. En su interior alberga dos áreas protegidas, Na-Ha y Maetzabok, que son custodiadas por descendientes de los mayas-lacandones, chiles y tzeltales. Ellos protegen los maravillosos parajes junto a ríos, cascadas, lagunas y hasta zonas arqueológicas que se esconden en medio de la selva.
“En la comunidad hemos visto que el turismo sustentable ha generado empleo. Nosotros nos dedicamos a la conservación de este lugar, pero también buscamos otras salidas. Nuestro objetivo es generar conciencia sobre la naturaleza”, explica Víctor Chambor, indígena y promotor del turismo en Laconda.
Chambor asegura que cuentan con servicios de hospedaje, restaurantes y zonas de camping. También hay múltiples actividades de naturaleza, como el descenso en río y senderismo, actividad con la que los viajeros aprenderán sobre las plantas medicinales de la región y la historia de la comunidad.
Para estos planes los mejores lugares son Las Golondrinas, una cascada de abundantes caídas de agua color turquesa que forman piscinas naturales, o Corcho Negro, un cenote ideal para un buen baño después de las largas caminatas. Igualmente imperdible es adentrarse en las profundidades de la selva y conocer las tradiciones y el legado cultural de las culturas indígenas, como la Zona Arqueológica Yaxchilán, que en maya quiere decir piedras verdes. Plazas, altares, esculturas y escalinatas forman parte de estos vestigios, prueba de lo avanzada que era esa civilización.
Otro atractivo es Bonamapk. Si bien no logró un gran desarrollo en su arquitectura, al igual que el resto de los sitios arqueológicos mayas de la región, sí se destacó por los bellos dinteles en piedra, estelas y monumentos labrados, que datan de los años 650 a 900 después de Cristo.
Cerca de Laconda se encuentra un lugar único en el mundo: la Reserva de la Biosfera Montes Azules, donde está ubicada la cuenca del río Usumacinta, encargada de proveer el 30 % de los recursos hídricos de México. Es uno de los sitios más sorprendentes de Chiapas, gracias a la cantidad de cuerpos de agua de diferentes colores que se desbordan y caen sobre una colorida vegetación.
Este rincón virgen no sólo cautiva con su inmensidad. Con el tiempo se ha convertido en un escenario que invita a comprender la importancia de preservar los recursos naturales y hacer un turismo sustentable.