Tres gallinas y un corral son ejemplo de subsistencia, 300 gallinas y un galpón es emprendimiento comunitario

En la vereda Las Delicias, del municipio de Espinal (Tolima), una Asociación Comunitaria de vecinos demuestra que con visión compartida, trabajo y perseverancia, las comunidades rurales y de bajos recursos tienen oportunidad de labrarse un mejor futuro.

Pacific Rubiales
08 de julio de 2013 - 02:17 p. m.
Tres gallinas y un corral son ejemplo de subsistencia, 300 gallinas y un galpón es emprendimiento comunitario

Espinal ha sido una región eminentemente agrícola, reconocida por su producción de arroz y de algodón. Hoy en día, sin embargo, afronta momentos difíciles porque sus cultivos estrella dejaron de ser rentables. “Ya nadie cultiva ni vive de eso”, señala uno de sus pobladores. Esto ha obligado, sobre todo a la población rural, a rebuscarse el sustento.

En medio de ese contexto, surge una historia meritoria de emprendimiento comunitario, protagonizada por nueve vecinos de la vereda Las Delicias, quienes desarrollan un proyecto empresarial sostenible de producción y comercialización de huevos que los beneficia a ellos y a sus familias.

Los comienzos
Alida Méndez, presidente de la Asociación Comunitaria Las Delicias, recuerda cómo empezó todo hace tres años. “El proceso inició cuando el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Dulce les dijo a los vecinos que la petrolera Pacific iba a dar unos pollos, unas gallinas y unos marranos. Hicieron una reunión en la escuela y se llenó porque la gente pensó que iba a salir con su gallina bajo el brazo. Pero no nos dieron eso, sino que arrancamos una capacitación que nos dio el SENA por varios meses. Cuando ya se iba a acabar el curso, el profesor nos dijo que la empresa pensaba dar unos recursos, pero que los vecinos debían formar una Asociación Comunitaria. Dieciséis de nosotros terminamos el curso y fuimos la primera Asociación que recibió la personería jurídica”, señala

La vereda Las Delicias hace parte del área de influencia del Campo Abanico, operado por Pacific Rubiales, y forma parte del programa “Sostenibilidad Para Todos”, una iniciativa de la Corporación de Investigación e Inversión en Desarrollo, Corinde, que cuenta con el apoyo de Pacific, para promover emprendimientos comunitarios en las veredas del Espinal.

Capital semilla
Una vez conformada la Asociación, vino el momento de decidir qué hacer. Martín Feria Barrero, fiscal de la asociación, señala que “iniciamos el proyecto de producción y comercialización del huevo a través de una reunión consultiva con todos los socios, pues teníamos varias perspectivas: pollos, cerdos o huevos. Optamos por la producción y comercialización de huevos. El convenio es que Pacific nos ponía una plata, fueron 23 millones de pesos, entre gallinas, comida y materiales, y nosotros teníamos que poner la mano de obra para levantar el galpón. Para todo el montaje tocó pagar un maestro y cada uno de nosotros tuvo que venir y ser los ayudantes de obra. Ese fue el compromiso y aquí estuvimos trabajando un buen tiempo. Además, para cubrir los gastos de Cámara y Comercio y registro, hicimos tamales, rifas y bazares entre las nueve familias de asociados que somos actualmente. Somos muy unidos y tenemos una misma visión, un mismo sentir”.

Así fue como arrancaron con 430 gallinas y un galpón. Elión Feria, socio, señala que “hemos crecido en el sentido de que en este momento tenemos 729 gallinas y ya construimos otro galpón. En dos años hemos logrado duplicar lo que arrancamos. Presentamos un proyecto a la Gobernación y nos dieron 300 gallinas, con lo cual llegamos a las 730. Y con el remanente que quedó construimos el segundo galpón que nos costó unos 8 millones de pesos”.

Todos ponen, todos ganan
La clave de este emprendimiento es el trabajo comunitario. Como señala Ruth Guamacho, secretaria de la asociación, “nosotros tenemos unos turnos para el manejo del galpón, y cada socio que trabaja, por cuatro a cinco horas, recibe medio jornal por el día en que trabaja. La asociación nos paga con lo que queda de la ganancia de los huevos y ahí está quedando siempre un remanente. El trabajo es estar a las 6:00 a.m., ponerse el overol, darle comida a las gallinas, asear los bebederos, hacer la primera recolección de los huevos, limpiarlos y llenar las cubetas. Luego, 11:00 a.m. se hace la recolección del medio día. A las 2:00 p.m. se vuelve a echar la comida, se hace la última recolección y se procede a clasificar. Se registra cuánto fue la producción y se deja arreglado y listo para el compañero que le toca al siguiente día, porque tiene que encontrar todo organizado para hacer su trabajo”.

Comercio justo y de calidad
Los huevos que produce la asociación también han sido de beneficio para la comunidad. Los vecinos compran las cubetas porque son más baratas de lo que la pueden comprar en Espinal y de excelente calidad. “Tratamos de que el huevo vaya a las familias, al consumidor final, y no a los tenderos, porque en las capacitaciones nos explicaron que ellos, como intermediarios, siempre van a querer comprar barato y vender caro”, señala Alida Méndez. La distribución la realizan los mismos socios y sus huevos han salido y se venden en Purificación, Chicoral, Armenia y hasta Ibagué. En promedio, venden $1.200.000 en huevos al mes.

Y si de calidad se trata, los argumentos están bien sustentados. “Una señora me dijo que de Lérida le llevaban huevo del mismo precio. Yo le dije que nosotros no competimos con precio sino con calidad. Y le dije que quebrara un huevo de Lérida y uno nuestro para verlo. El nuestro tiene la yema más roja y la clara más viscosa, porque nuestras gallinas se alimentan con un buen concentrado. Finalmente se convenció. Son estrategias de venta que uno aprende a usar”, sostiene Martín Feria. La gestión comercial ha sido tan exitosa, que actualmente les faltan huevos para cubrir la demanda.

Cuentas claras, señal de respeto
Algo que ha caracterizado a esta asociación, por encima de sus pares, es su capacidad de gestión y buen manejo de recursos. De acuerdo con su presidente, Alida Méndez, “en cuanto a lo financiero, nosotros hacemos mensualmente una reunión, en la que presentamos a los socios las cuentas del mes. Antes lo hacíamos manualmente, y ahora lo hacemos con un contador, que nos informa cuánto fue el gasto, cuánto fue el ingreso y cuánto es lo que queda de remanente. Además, se lleva diario un registro de la producción de huevos y un registro de huevos rotos, que se le cobran al socio que estaba de turno, para que cada uno se concientice de que el trabajo hay que hacerlo con precaución. Todo se ha manejado muy transparente. Y como todos trabajamos y nos colaboramos, la tesorera y yo tenemos una responsabilidad adicional y es la de manejar todo esto con mucha transparencia, con mucho respeto hacia los compañeros. Hasta el momento nos hemos entendido muy bien. En cuanto a organización estamos bien, y lo más importante es que todos queremos seguir mejorando”.

Un futuro prometedor
Al ser conscientes de lo que han alcanzado, esta comunidad ya piensa en grande. ¿A dónde quieren llegar? Elión Feria, socio, sostiene que “el negocio del huevo es bueno, pero lo que pasa es que hay muy poquitas gallinas. Por el momento los socios nos estamos beneficiando con un ingreso de 30 a 40 mil pesos mensuales, que es por el trabajo que cada uno hace, pero nos toca defendernos por otro lado, porque esto no nos da para sostenernos. El fin de nosotros es que cada socio llegue a ganarse al menos un sueldo mínimo, y para eso necesitamos llegar a unas 5.000 gallinas. El fin es que cada uno tenga su empleo aquí mismo con las gallinas y en la vereda. Además, tenemos la idea de adquirir, como Asociación, un terreno propio, para no solamente trabajar gallinas, sino también trabajar lo que estamos trabajando, que son los mangos. Nosotros ya sabemos ese manejo y podemos obtener más ganancias. También podríamos tener vacas, cerdos y cultivar limones y guanábana”.

Y como parte de su legado, la asociación también quiere vincular nuevos socios. “Otra de nuestras metas es que muchas de las familias vecinas también sean partícipes del programa de nosotros. Cuando empezamos, Pacific nos dijo que había posibilidad de ayuda, pero que teníamos que organizarnos como Asociación Comunitaria. Muchos vecinos no creyeron y decían que de eso no iba a salir nada. Nosotros creímos e hicimos todo para sacar nuestro proyecto adelante, y queremos que más familias se beneficien. Y si nos toca capacitarlos a nosotros, pues lo haremos”, concluye Alida Méndez.

Actualmente, la asociación cuenta con un ahorro remanente de 13 millones de pesos para inversión, gracias a un manejo austero y transparente, y se prepara para una tercera fase de desarrollo, buscando el concurso de organizaciones públicas y privadas. Este caso, es la mejor muestra que el apoyo a proyectos de emprendimiento empresarial puede ser central en la sostenibilidad de los proyectos de responsabilidad social de las compañías. Así mismo que, la confianza y el capital social, son condiciones fundamentales para la generación de productividad.
 

Por Pacific Rubiales

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