La polémica es interminable. Para muchas personas, incluido el presidente francés Nicolás Sarkozy, el manto que cubre a las mujeres musulmanas es un elemento de subordinación a los hombres y por eso abogan para que su uso por fuera de los países islámicos sea cada vez más reducido. “No son bienvenidas”, dijo de ellas Sarkozy en 2009. Una decisión que podría sonar políticamente correcta desde el punto de vista de Occidente, donde no es fácil comprender por qué muchas mujeres escogen cubrir sus cabezas y esconder sus curvas en esos largos y anchos vestidos, por lo general negros.
¿Por qué satisfacer las inseguridades de los hombres? Es una de las preguntas más frecuentes que se hacen a este lado del mundo, especialmente algunas feministas, cuando se habla del tema. Pero para un buen número de mujeres del Medio Oriente, especialmente musulmanas, estos son interrogantes que no tienen sentido. Cubrirse va más allá de una exigencia masculina, y muchas veces religiosa; hace parte de la identidad cultural. “Es su realidad, representan lo que son. Hacen parte de su historia y ellas se sienten orgullosas de llevarla”, asegura el libanés Al Hares Hayda, dueño de Assyla, una compañía pionera en diseñar esas abayas (mantas abiertas y anchas, como abrigos) y jilabas (vestidos anchos) que tanto furor despiertan por estos días.
Movidas por este sentimiento muchas mujeres de toda la región, conocidas por ser adictas a la moda y a las grandes firmas de las que son sus principales clientas, invierten cientos de miles de dólares cada año en moda oriental. Y no sólo en esas túnicas negras, largas y generalmente aburridas con las que se tienen que cubrir por obligación en algunos países de la zona cuando salen a la calle, sino en abayas couture con diseños contemporáneos que han convertido a esta prenda en una pieza de culto para muchas mujeres, incluso no musulmanas. “Las mujeres árabes son cada vez más educadas y ahora saben escoger lo que quieren llevar, no impulsadas por lo que dictan las tendencias occidentales, sino por lo que mejor les va a ellas”, asegura Haydar, quien tiene entre sus clientas a muchas de las princesas y mujeres más ricas de esa región.
Esta reinterpretación de la moda ha traído como consecuencia que las prendas orientales estén ganando terreno no sólo en el mundo islámico. A este fervor contribuyó considerablemente el británico Bruce Oldfield, uno de los creadores más buscados por las grandes damas de la moda en el Medio Oriente. Oldfield fue el primero que exploró dentro de ese terreno desconocido para los diseñadores occidentales y creó la abaya más costosa de que se tenga memoria hasta hoy: 365.000 dólares. Al fin y al cabo estaba confeccionada con 4.668 diamantes y 359.7 gramos de oro blanco. “No ha sido una experiencia fácil”, dijo en 2008 cuando la presentó a la prensa. “Las abayas no pueden marcar las curvas de la mujer, y yo he trabajado toda mi vida para destacarlas”. Incluso París cayó en la tentación de la abaya en 2009 cuando en el Hotel Georges V se realizó un desfile del más alto nivel donde participaron grandes de la moda como John Galliano, Carolina Herrera y Alberta Ferretti.
Transformación oriental
“Muchas mujeres, incluso las más jóvenes, quieren usar la abaya por moda y no como parte de una exigencia para cubrirse en la calle”, cuenta Aurora Ezzedine, una libanesa que desde hace más de un año abrió en Beirut Adora, una tienda dedicada a objetos tradicionales del Medio Oriente pero con una mirada contemporánea. Una tendencia que cada día es más frecuente en la capital de Líbano, donde las principales clientas son las turistas sauditas o de otros países del golfo que viajan a Beirut atraídas por la calidad del diseño. “Mientras una libanesa compra una abaya, una del golfo se lleva cinco o seis, especialmente cuando se acerca Ramadán”, dice Aurora, quien enseña diferentes tipos de trajes que ella misma ha diseñado. Esta temporada creó una jilaba (se pronuncia yilaba) con un gran escote atrás y mangas estilo mariposa que, según dice, causa sensación. Y es que en Ramadán las mujeres del golfo crean un nuevo ajuar de más de 30 piezas para lucir en cada Iftar, que es la ceremonia del rompimiento del ayuno. Esta época, por consecuencia, es la de mayor éxito para los creadores de estas prendas.
Que las mujeres del golfo compren más abayas que las libanesas también se debe a que en este país, tal vez el país más abierto de los países árabes, no es una obligación que ellas vayan cubiertas por la calle. Muchas mujeres la usan más como un objeto trendy o por simple tradición. Por siglos, cristianas y musulmanas la han usado solamente para estar en casa, recibir las visitas y atender sus recepciones.
“Mi hija decidió llevar el velo cuando se casó. Yo no lo uso, pero sí me gusta vestir abayas cuando realizo cenas en casa”, dice Amal, una señora de 50 años, que se prueba un vestido en Orient 499, el almacén de diseño más sofisticado y novedoso de la ciudad. El traje que se mide Amal, de seda negro bordado con hilos de oro blanco incrustados en la tela (tejido originario de Balbek, norte de Líbano, llamado targ), es una de las piezas más preciadas de la tienda, creada hace tres años por dos experimentados diseñadores, un belga y una libanesa, que también han apostado por los objetos orientales vistos desde una óptica actual. “Se mueven por lo moderno sin perder la identidad”, explica Mirna, la gerente de la tienda.
En Orient 499 llaman a las jilabas simplemente vestidos orientales, porque mezclan todos los estilos y cortes. “Yo lo llevo incluso para ir a tomar el café con mis amigas”, dice Mirna, quien cuenta que muchas mujeres de políticos y diplomáticos tienen una gran colección de estos vestidos y de abayas para lucir en las recepciones.
“En la moda oriental todo es aceptado actualmente”, dice Haydar, quien junto con su socia Najwa Rifai fueron los pioneros de esta mezcla de estilos que se acostumbraron a ver desde jóvenes en Balbeek, donde llegaban los beduinos con una gran mezcla de prendas recopiladas por sus viajes en la zona. “La manera como van cubiertas va más en el gusto de las mujeres y la permisividad de las sociedades”, asegura Haydar.
Las sauditas de Riyadh, la capital, son más conservadoras y prefieren las abayas abiertas largas y negras que les permitan cubrirse por completo cuando están en la calle. A la hora de usar los vestidos, que llevan debajo de la abaya o a puerta cerrada, son más modernas. Las de Jeddah, la segunda ciudad saudita, son más atrevidas y llevan las abayas y jilabas de colores. Las kuwaitíes prefieren jilabas tres cuartos, como si fueran vestidos de diario. Incluso las jóvenes del golfo se atreven a llevarlas a la altura de la rodilla con un pantalón bombacho debajo, al estilo beduino.
“Lo interesante de lo que pasó con la moda oriental es que no se quedó como artesanía. Las mezclas de estilos y la necesidad de adaptar los modelos tradicionales a los tiempos actuales, sin perder su magia, han hecho que estas prendas tomen un segundo respiro. Nos hemos asegurado de que no sea una prenda sólo para utilizar en la calle”, dice Hayde en su tienda de Saifi Village, la nueva zona chic de Beirut, repleta de vestidos largos y vaporosos que recuerdan a las princesas de Oriente como las reinas Rania y Noor de Jordania. “Nosotros hacemos realidad ese sueño; eso es lo hermoso de nuestro trabajo”.
La moda de Baddour Yatin
Las abayas tradicionales, aunque cambian de modelo según la región, son de corte rectangular y siempre llevan bordados hechos con hilos de algodón en los bordes, como los que diseña Baddour Yatin en el tradicional barrio de Hamra. Baddour, de 40 años, aprendió de su madre a confeccionar abayas a los 15 años. “Tienen que ser discretas y oscuras”, siempre le oyó decir a su madre, quien durante toda su vida tuvo un taller en casa. Pero con el correr del tiempo Baddour se dio cuenta de que esta prenda se podía modernizar. Y lo hizo a su manera. Diseñó nuevos tipos de bordados en los que utiliza mucha pedrería, mezcló telas y colores y modificó algunos cortes para hacerlos más chic.
Sus abayas son una sensación entre libanesas y extranjeras, menos adictas a las marcas, como las que van a Orient 499 o Adora, que han multiplicado las ventas de Al Haifa, el almacén preferido de muchos clientes árabes cuando visitan Beirut. Baddour explica que estos nuevos diseños han hecho que incluso las jóvenes los usen para las cenas y eventos importantes. Dice, al fin y al cabo, que las mujeres cada vez son más conscientes de su cuerpo y que los nuevos diseños de abayas en vez de dejarlas perder en metros de tela, les resaltan la figura. La revolución de las abayas es en todos los niveles.