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Hambre y represión: la diáspora cubana se expande

La de Jorge Pita, periodista habanero, puede ser la historia de muchos de sus compatriotas. Salió de Cuba tras ser detenido por manifestarse en medio de la grave crisis política, social y económica que azota a la isla, que ha reavivado el éxodo de sus ciudadanos.

Hugo Santiago Caro
12 de abril de 2024 - 12:00 p. m.
Los cubanoamericanos en la Pequeña Habana de Miami se manifiestan en apoyo a los manifestantes en Cuba
Los cubanoamericanos en la Pequeña Habana de Miami se manifiestan en apoyo a los manifestantes en Cuba
Foto: Getty Images - Joe Raedle

Hace tres meses, el 12 de enero, la Sonora Matancera, uno de los grupos musicales más influyentes en la historia de la música cubana, celebró su primer centenario. Para esta ocasión, la historiadora cubana Rosa Marquetti, residente en España, compartió con El Espectador lo que significaba que el legado de esta orquesta, conocida como el decano de los conjuntos de Cuba, hubiera logrado tener un impacto más grande fuera de la isla que dentro de ella.

“Hoy, y desde hace algunas décadas, Cuba está en muchas partes. Para muchos de mis coterráneos —y también para mí— Cuba es algo más que una localización geográfica: Cuba es algo que cargamos adondequiera que vamos, es un fardo felizmente rebosante de todo aquello en lo que nos reconocemos, de todo lo que es para nosotros identidad y sentido de pertenencia. Y eso va con nosotros siempre”, afirmó.

Marquetti también comentó que el legado de esta orquesta se desvaneció de la memoria colectiva de Cuba paulatinamente y ha sido apropiado por muchos cubanos que han redescubierto su sonido fuera de Cuba, en la diáspora migrante. Por eso es clave hablar de la crisis actual de la isla partiendo del referente de la Sonora Matancera, pues puede ser uno de los primeros símbolos de exilio y diáspora cubana. Solo un año después (en 1960) de que los barbudos de Fidel Castro bajaran de la Sierra Maestra y derrocaran al dictador Fulgencio Batista —lo que hoy conocemos como la victoria de la revolución—, Rogelio Martínez, director de la orquesta, reunió a sus músicos y partió hacia México para nunca más volver a Cuba.

Desde entonces cientos de miles de cubanos han salido de la isla y se han asentado en muchas partes del mundo en una diáspora que sigue y sigue creciendo, y que a inicios de 2024 completó en un ciclo de dos años el número más alto de migrantes saliendo de Cuba desde el triunfo de la revolución en 1959.

Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, entre 2022 y 2023 se registró la entrada de más de 530.000 migrantes cubanos al país. “Representa el mayor número de migrantes cubanos jamás registrado en dos años corridos desde el comienzo del éxodo cubano posrevolucionario en 1959”, afirmó a AFP Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida.

Ese dato solo cuenta las llegadas a Estados Unidos, por lo que probablemente la cifra puede ser mucho más alta. Esto, sin contar las salidas no registradas. También cabe resaltar que es un dato entregado antes del 17 de marzo de 2024, fecha en la que Cuba vivió sus protestas más grandes desde 2021, cuando la inclusión de la isla por parte del gobierno de Donald Trump entre los países que apoyan el terrorismo conllevó nuevas sanciones económicas. Sumado al coletazo de la pandemia por covid-19, Cuba se sumió en una grave crisis alimentaria y energética.

En julio de 2021 la cuestión se convirtió en un estallido social que duró seis días y congregó a miles de manifestantes en Santiago, La Habana y San Antonio de los Baños. La respuesta estatal dejó como respuesta entre 6.000 y 8.000 detenidos y por lo menos 187 desapariciones, según la ONG Prisoners Defenders.

Uno de esos detenidos fue Jorge Pita, periodista habanero que salió a cubrir las protestas. “Eso me marcó bastante porque estuve detenido menos de 24 horas; es decir, en comparación con otras personas tuve una detención bastante corta. Me siento privilegiado en ese sentido, pero sí, el tiempo que estuve detenido me dejó una marca, así como lo que vino después de la detención, que fue la incomprensión y un tremendo dilema con respecto al medio en el que trabajaba y las personas a mi alrededor. Siento que a raíz de esa protesta, la sociedad cubana se fracturó bastante y se polarizó aún más de lo que ya estaba”, afirma.

Desde entonces la situación en Cuba ha sido una constante. En febrero de 2024, antes de las manifestaciones contra el régimen de Miguel Díaz-Canel, en varias ciudades de la isla los locales sufrieron un racionamiento alimentario, con avisos como que el pan solo se daría a menores de 14 años, al tiempo que comenzaron los apagones eléctricos. Allí nació la consigna que se tomó las calles ese 17 de marzo: comida y corriente.

“Los reclamos parecen ser muy superficiales, muy terrenales; es decir, son muy factuales, como el deseo de tener comida y electricidad en casa. Sin embargo, creo que, más allá de eso, estos reclamos aparentemente simples tienen un trasfondo político muy marcado. La gente está descontenta no solo por la falta de servicios básicos, sino también por la causa de eso: la mala gestión gubernamental, falta de libertad económica, política y social”, explica Pita.

Hoy este periodista no está en las calles de La Habana, reporteando —entre las limitaciones existentes— lo que está pasando en Cuba, pero si algo tiene claro es que su deseo es estar allí, poder aportar como periodista al relato de lo que está pasando en un país que parece vivir momentos cíclicos de descontento con la gestión del régimen castrista. Así como ahora es por comida y corriente, como ocurrió en 2021, en 1994 en La Habana se vivieron estallidos como el Maleconazo, tras el colapso de la Unión Soviética, cuando miles de cubanos salieron a protestar en el Malecón que conecta el casco histórico de La Habana Vieja con Centro Habana, dos barrios tradicionales de gran valor turístico para la capital de la isla.

“Me gustaría estar ahí, o sea, me gustaría estar presente para presenciarlo, para acompañar a la gente, para tener mi cuota, quizá, de participación o de poder en mi capacidad profesional, no poder participar y cubrir un poco lo que está pasando, entender lo que está sucediendo y tratar de explicárselo a la gente, al mundo y a los mismos cubanos. Siento un poco de impotencia, tanto por la parte profesional como por el aspecto humano; es decir, por mis compatriotas, lo cual me entristece mucho. Aunque lo sienta mucho, no lo estoy experimentando personalmente. Entiendo lo que está sucediendo porque lo he vivido, pero me gustaría estar ahí; me gustaría sentirlo en carne propia para tal vez poderme sentir más cercano a los míos”, desarrolla mejor Pita.

Esa necesidad de cercanía no llega en vano. Pita encarna la problemática de Cuba, pues, sumada a otros motivos, su experiencia en las manifestaciones de 2021 fue un detonante que lo encaminó al éxodo: Jorge decidió migrar en busca de mejores oportunidades.

Primero vino una lejanía con el periodismo. Comenzó a trabajar en otros campos, incluido el manejo por temporadas de una casa familiar en Varadero (a unas dos horas y media de La Habana) que su familia tiene por renta de habitaciones en la plataforma Airbnb. Entonces apareció Reino Unido como alternativa gracias a la Beca Chevening, que funciona a escala global y cubre el estudio y la manutención de los estudiantes.

Ahora no hay periodismo y su vida está parcialmente al margen de las necesidades de su familia, de los suyos, de lo que llama el calor cubano. “Cuando vas a una tienda a comprar, la persona que está allí puede entablar una conversación contigo sobre mil cosas y desarrollar toda una conversación con cualquier persona, incluso si es un desconocido. Aquí, eso es un poco más limitado, quizás un poco más difícil entablar una conversación con alguien al azar en la calle y ese tipo de cosas. He extrañado mucho esa interacción”, explica.

Mientras tanto, tras casi un mes del estallido, la crisis de escasez sigue presente, aunque la presión en las calles disminuyó. En febrero, por primera vez en su historia, la isla pidió ayuda al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU para garantizar leche a los menores de edad de la isla. Así mismo admitieron que en 2023 la producción agropecuaria cayó un 35 % desde 2019. El gobierno de Díaz-Canel está reconociendo las falencias para responder a las necesidades básicas de alimentación y supervivencia, pues también admitió que los apagones “molestan mucho a la población” y que hay “fracturas en la distribución oportuna de la canasta básica”. Sin embargo, para Pita, esta es solo la cara visible de la crisis, pues las razones, que son las mismas, dice, del estallido de 2021 y de las épocas del Maleconazo, son mucho más profundas.

“Que la gente tenga la capacidad de salir a la calle a protestar y que no sea detenida como única opción. Que no sea la única forma de desahogarse frente a sus incomodidades o frustraciones con el sistema. Creo que la gente debe tener otras formas de canalizar esas insatisfacciones. Ojalá existiera una vía para dialogar con el Gobierno, una forma de plantear tus problemas. Incluso sería ideal que los cubanos tuvieran una plataforma, una oportunidad para decir: ‘Bueno, quiero cambiar las cosas en mi país. Voy a fundar un partido político, un movimiento social o unirme a amigos con ideas similares para iniciar un movimiento y exigir’. Activismo social o político, como se hace en cualquier parte del mundo”, explica.

Mientras esto se ve lejano, diariamente desde el Aeropuerto José Martí de La Habana en los vuelos que parten hacia Managua, Bogotá o cualquier otro destino que les sirve de tránsito, los cubanos siguen saliendo de la isla en un éxodo que parece no detenerse, extendiendo la cubanía. En el caso particular de Jorge, su salida fue regular, pues está en Reino Unido en calidad de estudiante, y está seguro de que quiere volver: “Soy un emigrante, pero no me considero un migrante definitivo. Es decir, si quisiera volver a Cuba en algún momento y volver al periodismo”.

Hugo Santiago Caro

Por Hugo Santiago Caro

Periodista y productor radial javeriano. Ganador del Premio Nacional de Periodismo del CPB 2021 a mejor tesis de grado. Ha escrito para El Tiempo y Bacánika. @HugoCaroJhcaro@elespectador.com

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