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El síndrome de Dr. House

La relación médico-paciente se ha ido deteriorando al punto que hoy existen plantillas preestablecidas que sustituyen el diálogo en el consultorio.

María de la Paz *
12 de diciembre de 2013 - 07:40 a. m.
En algunas clínicas los pacientes completan la información de su historia clínica.
En algunas clínicas los pacientes completan la información de su historia clínica.

El título, un tanto irónico, equipara el proceder del taquillero “Dr. House” con la práctica médica actual. No es que él sea el ejemplo, es la imagen: indiferente, nunca toca un paciente, apenas lo mira en la distancia y llega al diagnóstico después de los estudios más sofisticados, por una conjetura simple.

Atrás quedó el tiempo en que la relación médico-paciente se basaba en la confianza y en la certeza de recibir atención del médico, ser escuchado e interrogado con interés, para luego pasar a la camilla y someterse al examen físico. Cada vez somos menos los médicos que mantenemos la antigua costumbre de escuchar, interrogar y examinar.

La globalización y el acceso inmediato a la información son armas de doble filo. El diagnóstico de una enfermedad simple avergüenza al médico. Obliga al médico a solicitar exámenes sofisticados que debe cubrir el seguro que ampara al paciente. Si no pide exámenes, así no haya indicación para ellos, considera menoscabada su credibilidad profesional.

El criterio del médico se diluyó en la conveniencia y en la necesidad de quedar bien formulando un remedio (ojalá costoso para darse estatus) o la última molécula que se lanzó al mercado para no parecer “desactualizado”, prescindiendo de otras alternativas más accesibles.

Las historias online se llenan para ser calificadas por los entes de control de cada entidad; los auditores hacen cualquier cosa menos auditar. Viven en función de disminuir costos y en una permanente cacería de brujas contra los infortunados médicos en ejercicio. Sólo miran cifras. La relación médico-paciente no tiene valor.

Ello no es excusa de manera alguna para el proceder vergonzante de muchos colegas. Será por eso que tener un formato ideal en forma de plantilla para los antecedentes, que jamás averiguaron, y el examen físico, que no practicaron, es la moda. Es asombroso leer lo que algunos alcanzan a consignar en un examen físico “ideal” sin haber tocado al paciente. Hay formatos prediseñados en los hospitales públicos y otras entidades, en los cuales se llenan casillas por llenarlas.

Se impone que sea el paciente quien llene la historia médica mientras espera, ante la excusa del poco tiempo disponible. No sólo los datos personales, sino el motivo de consulta y antecedentes. Como ya no lo examinan aparecerá: examen normal o los hallazgos ampliamente detallados de un examen físico que nunca se practicó. Esto no lo ven los auditores, aun sabiendo que no es el médico quien en un alto porcentaje de los casos llena la atención, pues el formato se ajusta a la normatividad vigente, así vaya contra la ley (resolución 1965 de 1999 art. 1 y 3) ¿Dónde queda el secreto profesional? Triste final, entierro de suicida para la historia clínica.

* Médica

Por María de la Paz *

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