Publicidad

De cómo el algoritmo de Facebook me jugó una mala pasada

En El Espectador queremos explorar de la mano de nuestros lectores cómo la tecnología está redefiniendo la forma en que nos relacionamos. Si quieres hacer parte de este experimento puedes mandarnos tu historia a kdelahoz@elespectador.com.

Lector anónimo
19 de septiembre de 2015 - 02:51 a. m.
 De cómo el algoritmo de Facebook me jugó una mala pasada

Desde los 12 años soy travesti de clóset. Me gusta usar prendas de mujer pero no soy homosexual, y es algo que siempre he hecho a solas y en privado. Podría decirse que a escondidas. Llevo una vida completamente normal, tanto en lo social, como en lo profesional. He tenido varios noviazgos y relaciones de todo tipo con varias mujeres, pero nunca les conté mi secreto.

Conseguir la ropa que me gustaba era difícil porque prefiero la ropa interior y en los almacenes me tocaba hacer el teatro de que compraba para mi novia. En Facebook vi un medio para contactar vendedoras por catálogo con las que podía hablar con más confianza; así resultaba más fácil acceder a los catálogos, adquirir las prendas y explicarles que realmente eran para mí. Entonces abrí un perfil con el nombre que me gusta usar cuando me visto: Sonia.

De contactarme con mis proveedoras pasé a seguir marcas de ropa y a publicar fotos con las prendas que usaba; sin que se viera mi rostro, claro. Un día recibí la invitación de amistad de una chica y no tuve problema en agregarla. Hablamos un poco y me dijo que le causaban curiosidad mis fotos. Yo le conté mi situación. Me dijo que era estudiante de psicología y que le interesaría conocer más de mi caso, que de pronto se acercaba a su tema de tesis. Así nos hicimos amigos y terminé contándole todo sobre mi travestismo: cuánto tiempo llevaba haciéndolo, dónde cuándo, cómo, por qué, todo.

Un día llegó mi novia de sorpresa al apartamento en donde vivo con mi hermana. Me tocó cambiarme rápido y salir a recibirla. Me saludó diciéndome: “Hola, Sonia”. Sentí cómo palidecía. Ella era la chica con la que había estado hablando y a la que le había contado los detalles de mi secreto. Había visto mi foto de perfil en la que no se veía mi cara, pero sí parte del mobiliario de la sala de mi casa. Ahí empezó a descubrirlo y me agregó con un perfil falso.

Hoy sé que Facebook tiene un algoritmo que, mediante el rastreo de cookies, identifica cuando varias cuentas se conectan desde una misma dirección IP y asume que pertenecen a un mismo grupo social, familia, oficina, vecinos. Además considera otras variables como amigos en común, gustos, grupos, etc. Así es como aparecen recomendaciones de amigos. El algoritmo vio que desde mi IP se conectaban dos cuentas y le recomendó a mi novia la amistad de Sonia. Y yo creía que si no agregaba a ningún conocido mi cuenta pasaría desapercibida entre los millones que hay en la red.

Allí terminó la relación y mi secreto ya no es tan secreto, sobre todo para las amigas de mi exnovia. Las moralejas para mí fueron: tener cuidado con el contenido de las fotos, bloquear a cualquier persona que no quiero que me encuentre, aunque fácilmente se puede pasar alguna, y, sobre todo, que un secreto en redes sociales siempre está en riesgo de ser descubierto.

Por Lector anónimo

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar