El arte de encantar

Las oficinas de la multinacional estadounidense en la capital colombiana son una apuesta innovadora para sus empleados. ¿Qué la diferencia de las demás compañías?

Carlos Torres /Cromos
26 de octubre de 2014 - 02:00 a. m.
El arte de encantar

Un cuarto con la última consola de videojuegos, un spa con paredes de bambú, un salón con un futbolín, otro con una mesa de pimpón, un recinto con una cinta para correr y una pera de boxeador. No es una finca ni mucho menos un centro de entretenimiento. Se trata de las instalaciones de Google Colombia, ubicadas en un octavo y noveno pisos al norte de Bogotá. Por la transparencia de las ventanas del edificio, parecen construidas dentro de una bola de cristal. El blanco, el verde, el rojo y el amarillo, los colores característicos de la marca, se repiten en la decoración. Lucen vivos por doquier, como proyectados por una pantalla de alta definición.

Cincuenta y cinco trabajadores aporta Colombia a la empresa que en septiembre de 1998 crearon los estudiantes Larry Page y Sergey Brin en la Universidad de Stanford. Susana Pabón es una de las googlers que recibe a los interesados en conocer una de las oficinas del motor de búsqueda líder en el mercado local. “Hace tres años Google llegó al país y a mediados de 2013 inauguró estas oficinas”, dice frente al mural de la recepción, elaborado en lana por artesanos de Cundinamarca. “Aquí hay equipos de ventas que ofrecen a las empresas del país qué pautar en el buscador, en la red de portales asociados a Google y a Youtube”. Después del registro en una pantalla táctil, el visitante es testigo de una manera distinta de trabajar. A un pasillo de distancia están los amplios escritorios con sus computadores de última generación. No hay separadores que los oculten y la persona sentada en una esquina puede mirar a su compañero del fondo y viceversa. El aire fresco corre impulsado por un sistema de ventilación libre de refrigerantes. A la iluminación no le sobra ni le falta intensidad, pues la luz de la mañana se cuela por las ventanas y abarca la totalidad del piso.

“Hay espacios abiertos porque Google es sinónimo de innovación. Busca que podamos trabajar en equipo y colaborar”, sostiene Pabón, quien es la gerente de comunicaciones. “Para el que quiera privacidad tenemos una cabina telefónica”. Las salas de esparcimiento que hace este lugar único tienen nombres de reservas y parques naturales nacionales. Todas, decoradas con objetos que reviven los ecosistemas colombianos, apuntan a lo mismo: a que el empleado se sienta incluso más cómodo que en su casa, que no esté rígido, que en cualquier momento pueda acostarse en un cómodo sillón, dedicarle tiempo a un videojuego de moda, dejarse tentar por un masaje o practicar un deporte, entre otras opciones. En estas salas son habituales las reuniones. Desde su nacimiento, hace 16 años, Google no sólo viene replanteando la forma de acceder a contenidos virtuales, sino que también ha replanteado los códigos de conducta laboral, impulsando la creatividad de sus googlers en elaboradas zonas de esparcimiento. “El plus de las oficinas de Google es que se aprovechan a cualquier hora del día. No tienen horarios, pero los empleados tienen objetivos que cumplir, independientemente si vienen o no. Erradicamos la cultura del jefe controlador”, afirma Pabón.

Gabriel Parra es el director de Google para Puerto Rico y Costa Rica. Colgados del techo, encima de su escritorio, ondean banderas de países centroamericanos y del Caribe. Su atención se divide en dos ordenadores. Para él no es un problema que sus clientes estén en otro país. Justamente, para que el contacto sea lo más fiel posible, Google le facilita la comunicación a través de diversos medios como el chat o la videoconferencia. Gabriel es autónomo para manejar su tiempo, aunque en ocasiones depende de la disponibilidad de sus clientes. “Nosotros tenemos objetivos en ventas. Semestralmente nuestro mánager nos evalúa”, sostiene. En su caso y en el del resto de sus compañeros no todo se reduce a la venta de publicidad. La empresa le ofrece la opción de desarrollar un proyecto personal. Por un lado, promueve la integración grupal y, por otro, a involucrarse en actividades artísticas.

En el noveno piso la cafetería, se puede convertir en espacio para practicar cross feat o en sala de reuniones. Detrás de las mesas hay gavetas con confites, frutas, una sofisticada máquina de café, pasabocas de paquete y una nevera con bebidas. Ningún trabajador paga por los productos ni por el desayuno y el almuerzo. Los únicos gastos con los que deben correr, si están interesados, son los de los masajistas y los profesores particulares de pilates, kickboxing y yoga. Semanalmente un chef varía el menú. En ocasiones prepara dietas para desintoxicar el cuerpo o para potenciar las vitaminas en tiempos de gripe.

En una sala, llamada Sierra Nevada, se reunieron los representantes de los departamentos. “Los colombianos ya saben que estamos acá y no nos podemos quedar sólo en la planta física. Los lineamientos de estrategia corporativa se dan desde Estados Unidos, pero cada oficina se adapta a las necesidades de la región en la que está”, dice Susana Pabón. Colombia, junto a Perú, Chile, Argentina, Brasil y México, aspira a seguir abriendo las puertas a multinacionales norteamericanas que quieren conquistar el mercado y el corazón de sus empleados. A Google le bastó año y medio para lograrlo y aspira a mucho más en las próximas décadas. ¿En qué otro campo innovará?

 

 

 

ctorres@cromos.com.co

Por Carlos Torres /Cromos

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