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El espejismo de los objetos inteligentes

Desde tenedores hasta ollas con conexión inalámbrica se producen hoy en el mundo. En el largo plazo, este podría ser un sector de la tecnología condenado al fracaso.

Redacción Negocios
20 de julio de 2015 - 05:11 p. m.

Uno de los periodistas de The Wall Street Journal calificó de “burbuja” el mercado de los dispositivos inteligentes. Simplemente busque esta frase en los materiales de marketing “el primer… inteligente del mundo”, dijo.

Hay de todo: las primeras medias inteligentes, el primer plato, tenedor, camisa, acuario y hasta sartén. Uno de los requisitos para conseguir recursos para el desarrollo de estos objetos y para transformarlos en “inteligentes” es ser serio, convencerse de su utilidad.

Uno de los ejemplos de lo absurdas que pueden llegan a ser las ideas de los emprendedores es el primer vaso inteligente del mundo, llamado Vessyl. El anuncio publicitario habla con tanta vehemencia del poder que tiene para cambiar el mundo que el comediante norteamericano Stephen Colbert lo tomó como material de trabajo para sus bromas.

Que Colbert hablara del producto fue clave para que las ventas del Vessyl se dispararan pues quienes lo utilizan saltaron en defensa del dispositivo, según explicó el jefe de marketing, Nic Barnes.

La innovación en el vaso está en que una pantalla LED se enciende cuando se vierte algún líquido y dice qué tipo de bebida es. Los productores destacan que del dispositivo puede determinar, con exactitud, cuántas calorías consume la persona a diario y determinar el nivel de hidratación.

“No conozco a una persona consciente mayor de cuatro años que tenga algún problema para saber que tiene sed, simplemente no es un problema que necesita ser resuelto”, le dijo Todd Lemmon, director creativo de una firma de publicidad en Nashville, a The Wall Street Journal.

Lemmon junto con Tom Cullen, un escritor de comedia, crearon un espacio para hablar de la “revolución” de los dispositivos inteligentes. Su lema: “le ponemos un chip”.

Esta idea critica con humor lo que muchas empresas están haciendo con sus desarrollos. A algo que era tonto le ponen un chip y se convierte en “un objeto inteligente”.

Este es el caso del sartén inteligente, idea que surgió debido a que su “inventor” no sabía cocinar. Entre tomar clases de cocina o crear un dispositivo que le dijera cómo hacerlo, la segunda resultó ser mejor.

Aunque no se pueda creer, SmartyPans, nombre del sartén, tiene competencia. Se trata de una olla que, además, pueda dar la temperatura a la que se está cocinando los alimentos, no en la manija del recipiente sino en el móvil del usuario, conectados de manera inalámbrica.

Más allá de prestar un servicio a las personas o mejorar su calidad de vida, el objetivo de los creadores es ganar dinero, la ambición media la creación de estas nuevas empresas de tecnología.

“Ninguna de las personas con las que hablé pareció apreciar por completo la complejidad adicional que pueden estar introduciendo a las vidas de los usuarios. ¿Realmente quiero mirar un conjunto de gráficos de mi actividad de alimentación semanal, que es una de las funciones del primer tenedor inteligente del mundo? ¿Y qué tal el hecho de que cada objeto inteligente que añado a mi vida significa otro aparato que tengo que mantener cargado?”, se cuestiona The Wall Street Journal.

Aunque por el momentos muchos de estos productos sean demandados, como cuentan sus creadores, la pregunta está en si cumplirán con las expectativas de quienes los compran. Así las cosas, el artículo concluye que las ‘startups’ son uno de los sectores de la industria tecnológicas condenadas a fracasar.

Lea la historia completa aquí. 

Por Redacción Negocios

 

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