El último adiós: funerales para perros robots en Japón

Un monje budista se encarga de una sobria ceremonia en la que cada unidad va identificada con su nombre y una pequeña carta en la que sus dueños cuentan detalles de “su vida”.

Redacción Tecnología.
04 de mayo de 2018 - 02:35 a. m.
La ceremonia para despedir a los perros robots AIBO, fabricados por Sony. / AFP
La ceremonia para despedir a los perros robots AIBO, fabricados por Sony. / AFP
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¿A dónde van los perros robots cuando dejan de funcionar? A la caneca, el relleno sanitario o una fábrica para reciclaje de equipos electrónicos, en el mejor de los casos. En Japón, sin embargo, aspiran a ir a otra dimensión espiritual gracias a los funerales que la compañía A FUN les organiza en un templo budista.

En una ceremonia celebrada este jueves en Isumi, prefectura de Chiba, 114 perros AIBO (fabricados por Sony) recibieron un adiós tradicional antes de ser desmantelados para extraer las piezas que aún funcionaban, con la esperanza de proveer repuestos para otros perros. 

Cabe aclarar que el modelo de Sony ya no se fabrica, por lo que el desmantelamiento de otros perros robots es una de las pocas formas de conseguir piezas de repuesto.

En la ceremonia hubo incienso y monjes y hasta un sentido de pena y abandono que pareciera genuino. Cada perro portaba una etiqueta que identificaba su lugar de procedencia y la familia a la que perteneció. Y toda la escena parece salida de una comedia plena en humor negro o ser parte de un programa de humor, de mal humor.

A FUN, que se especializa en reparar tecnología que ya ha pasado de moda, vintage, si se quiere, ha realizado esta ceremonia para despedir a unos 800 perros. Cada perro llega con una carta en la que se especifican detalles de su procedencia. No es un certificado ni una tabla de Excel: una carta en la que los dueños cuentan cosas de sus “vidas”. Uno incluso escribió que se sentía “aliviado porque mi AIBO va a recibir una oración”.

Las contradicciones, paradojas o las rarezas son evidentes: un ritual religioso para despedir una cosa, un dispositivo, una pieza mecánica con apariencia de perro. Hay problemas incluso para nombrar todo el asunto: ¿vida o tiempo de operación?, ¿alma?, ¿descanso final o vida útil? Ahora, de cierta forma, estas preguntas bien podrían aplicar para una persona también, si se quiere ser algo descarnado. Miserable y algo ruin, pero posible aún.

Sony fabricó 3.000 unidades de AIBO en 1999 y hasta 2006 vendió 150.000 de estos perros en el mercado. En 2014 descontinuó el servicio técnico para esta línea de productos.

El asunto puede dar algo de risa, pero en Japón se lo toman muy en serio. El gerente de A FUN, Nobuyuki Norimatsu, piensa que los perros robots tienen almas, incluso si están destinados a ser donantes para otros de su clase (tentador hablar de especie acá). “Nos gustaría regresar sus almas a sus dueños. No tomamos piezas antes de realizar el funeral”, dijo el ejecutivo en declaraciones para la agencia AFP.

Esta visión es compartida por Bungen Oi, uno de los monjes en el templo de Kofukuji, en donde se realizó la ceremonia: “Todas las cosas tienen un pedazo de alma”.

Suena tierno o ingenuo o simplemente estúpido, dependiendo de quien juzgue.

A finales del año pasado, Sony presenó la nueva línea de AIBO, con dispositivos que incluirán inteligencia artificial: es una mascota color blanco marfil de 30 centímetros con orejas negras y cola movediza. Tiene la capacidad de mover los ojos para expresar emociones y viene con varios sensores, cámaras y micrófonos, además de mejor conectividad, permitiendo a sus amos jugar con la mascota desde un lugar remoto a través de un teléfono inteligente. 

Por Redacción Tecnología.

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