Hoy, la tecnología forma parte de la cotidianidad de los hogares. Los niños crecen con ella y para muchos padres es un aliado indispensable para que aprendan y estén entretenidos. Sin embargo, sus efectos pueden ser tan positivos como negativos.
Juan Camilo Díaz, del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana, aclara que no se pueden satanizar las tecnologías, “ni caer en el extremo de pensar que un niño no puede tener acceso a ellas”. Después de todo, se trata de aparatos que ayudan a que los más chicos desarrollen múltiples competencias.
De acuerdo con el experto, el uso adecuado de dispositivos como tabletas, computadores y celulares, apoyado por el amplio abanico de sitios web y aplicaciones interactivas disponibles en línea, puede convertirse en un buen complemento de las actividades académicas. Sobre todo para los más pequeños, que pueden aprender letras, números y colores o conceptos como la responsabilidad por medio de aplicaciones y programas como Preescolar Cartas Pro, Alfabeto para Niños, Where’s my Mickey o Pocoyó.
Con esto concuerda la excoordinadora nacional de la iniciativa En TIC Confío, del Ministerio de las TIC, Vanessa Arroyave, para quien la tecnología es “una herramienta maravillosa al servicio de la educación, la cultura y la sociedad”, y resalta la existencia de libros digitales interactivos, las app para aprender idiomas, enciclopedias en línea y visitas virtuales por los museos del mundo.
Las consolas de videojuegos también tienen sus bondades. Según Díaz, “permiten desarrollar un sentido de sana competencia y habilidades para la resolución de problemas”. Beneficios que, complementa Bernardo Camacho, gerente de Xbox en Colombia, ayudan a mejorar la motricidad al tiempo que enseñan el valor de la perseverancia y el trabajo en equipo, así como la importancia de saber lidiar con las frustraciones y ser un buen perdedor.
No obstante, los tres expertos coinciden en que los niños son las personas que más riesgos corren a la hora de usar dispositivos tecnológicos. Como bien señala Díaz, su uso descontrolado puede generar una preferencia a estar conectado antes que compartir con otras personas, lo que lleva a un aislamiento social que resulta perjudicial, especialmente en la etapa de crecimiento.
Asimismo, existe el peligro de que sean víctimas de engaños o terminen consumiendo material violento y pornográfico e,incluso, desarrollen una adicción a los juegos que, entre otros efectos, genera ansiedad y dolor de cabeza.
La responsabilidad de evitar su exposición a estos riesgos recae sobre los padres, quienes no pueden delegarle a las pantallas el 100 % de la labor de entretener y educar a los niños, y mucho menos usarlas para “hacer que se queden quietos y callados”, explica el docente de la Sabana.
Para ello es importante establecer horarios de uso que no superen las dos horas diarias, enseñar con el ejemplo desconectándose del celular al llegar a casa y tener claro que existen dispositivos especialmente desarrollados para los menores de edad, configurados para sólo permitir acceso a los contenidos que pueden ser útiles para ellos, como es el caso de las tabletas Meep, Samsung Galaxy Tab Kids y ChildPad.
Otra sugerencia es optar por los productos de los principales fabricantes, que en buques insignia como el iPad o la línea S de Samsung, ya cuentan con modo para niños. Consolas como Xbox van en la misma línea al permitir que los padres programen el equipo para que se bloquee pasado un lapso determinado de tiempo y únicamente sea posible jugar títulos que estén clasificados para menores de 10 años, sin contenido violento o sexual. Estos juegos se identifican porque en la portada tienen las letras C o E en color negro.
La recomendación final es permitir que los niños se acerquen gradualmente a tecnologías más avanzadas, pues, como dice Díaz, “aprender a convivir con estas es como aprender a nadar, no te puedes lanzar a la piscina olímpica el primer día”.