Innovar para cambiar la sociedad

Hablamos con Cristina Yoshida Fernandes, quien trabaja en la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de Jalisco, uno de los estados con mayor adopción tecnológica y emprendimiento en México y en toda la región.

Santiago La Rotta
28 de noviembre de 2015 - 09:00 p. m.

En su primera edición, Epicentro logró una asistencia de 15 mil personas. Eso fue en 2014. En la de este año, el evento convocó a 20 mil personas. Epicentro no es un concierto de rock, sino un festival de innovación en el estado de Jalisco, en México.

Esta es una de las iniciativas que maneja la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, la tercera de su tipo en un país que hoy es uno de los más dinámicos del continente en temas como emprendimiento y adopción de tecnología, dos cosas que muchas veces suelen ir de la mano.

Jalisco es hogar de uno de los ecosistemas de innovación, emprendimiento y tecnología más dinámicos de Latinoamérica, un asunto que en buena parte tiene que ver con las redes que se han ido tejiendo entre empresarios, pero también en el foco que, desde el gobierno estatal, se les ha dado a estos elementos como puntos necesarios a la hora de hablar de cosas como equidad y cambio social.

“La tecnología sin duda es un elemento para el cambio social, en especial la que estamos haciendo en países en desarrollo. Creo que tenemos la oportunidad de hacer tecnología con sentido: la que apunta a cambiar la vida de millones. Muchas organizaciones están llevando sus centros de desarrollo a este tipo de lugares porque se dieron cuenta de que en éstos no sólo hay un mercado disponible, sino que allí el talento humano cada día valora más si puede tener carreras que le entreguen algo de propósito. Creo que hoy tenemos condiciones de exportar innovación tecnológica a todo el mundo”.

Cristina Yoshida Fernandes es la coordinadora de emprendimiento e innovación social de la Secretaría y, bajo su perspectiva, la tecnología contribuye a mejorar la eficiencia y eficacia de los asuntos gubernamentales, así como a incrementar la transparencia en la relación con el ciudadano.

Para principios de octubre, la Secretaría inauguró el primer laboratorio de fabricación (Fab Lab) en una institución educativa pública en México. El proyecto, instaurado en la Preparatoria No. 20 de la Universidad de Guadalajara, incluye la instalación de impresoras 3D y cortadoras láser, y pretende ser parte de la modernización del sector de la manufactura que hoy se hace de manera tradicional y que constituye el 19% del PIB del Estado. Para lograr esto, la iniciativa contempla la utilización de una metodología educativa ideada por la Universidad de Stanford, que ayudará a integrar el uso de las máquinas en el currículo escolar: volver el laboratorio una parte integral de la enseñanza y no sólo un componente extra, bastante caro, de la educación.

Yoshida estará en el Primer Encuentro Latinoamericano de Innovación Social desde el Sector Público, que se realizará entre los días 2, 3 y 4 de diciembre en Bogotá; el eventop es organizado por la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE). Allí presentará un proyecto que busca disminuir la vulnerabilidad económica de 13.000 mujeres cabezas de familia mediante un bono de impacto social, una variante de la popular APP (Alianza Público Privada), “pero que en vez de construir carreteras se resuelven problemas sociales”.

En pocas palabras, la logística de esta modalidad va así: los inversionistas privados ponen los recursos, una o varias organizaciones sociales o de la sociedad civil implementan la solución específica y, al final, si se logran los objetivos, el Gobierno paga la inversión inicial, además de un excedente. “El bono es un instrumento para pilotar la innovación mediante el cual se transfiere el riesgo de probar una aproximación novedosa a un problema y, solamente si es exitosa, pagar por esta y escalarla como política pública”.

El éxito de iniciativas como Fab Lab también tiene que ver con las redes de emprendimiento e innovación que han surgido en Guadalajara y que la Secretaría busca llevar al interior del Estado.

Las comunidades de emprendedores, que empezaron a surgir hace cinco años, y hoy representan a 5.000 personas, en buena parte facilitan la adopción de tecnologías, pero también el surgimiento de nuevas soluciones para problemas diarios. Como lo dice Yoshida: “Cada vez es más evidente que la tecnología no es sólo para quien puede pagar por ella”.

Por Santiago La Rotta

 

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