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Tecnología para tareas vitales

Proyectos para desminar con drones, conectar a excombatientes con el sector de la construcción o la creación de una comunidad digital para compartir conocimiento del agro.

Santiago La Rotta
23 de abril de 2015 - 03:15 a. m.
La presentación de Drominando durante el evento, realizado en Bogotá. /Flickr - Cámara de Comercio de Bogotá - Enrique Villamarín
La presentación de Drominando durante el evento, realizado en Bogotá. /Flickr - Cámara de Comercio de Bogotá - Enrique Villamarín
Foto: EVV

Las cifras oficiales estiman que, excepto San Andrés, ningún departamento de Colombia está completamente exento del riesgo que representan las minas antipersonal: la amenaza, concretamente, se cierne sobre casi 700 municipios en todo el territorio nacional.

Desminar es un trabajo riesgoso. Una obviedad que, sin embargo, condiciona una labor tan vital como lenta, acaso parsimoniosa. Un equipo humano de desminado puede tardar hasta una hora en avanzar 30 centímetros en un campo que se presume minado. Las medidas y protocolos de seguridad salvan vidas, pero desaceleran un trabajo que debe realizarse a gran escala en el país: entre 1990 y marzo de este año se han registrado 11.097 víctimas de minas antipersonal y munición sin explotar, según la Dirección contra Minas del Gobierno.

La detección y detonación remota, quizá, podrían acelerar esta labor, además de reducir los riesgos para trabajadores y habitantes. La idea es el corazón de Drominando, un proyecto liderado por Ricardo Parra, un ingeniero electrónico de 34 años que ha trabajado como contratista de las Fuerzas Militares, que le apunta a tener una especie de batallón de drones (vehículos no tripulados, aéreos y terrestres) para facilitar la tarea del desminado en Colombia.

Aunque los robots controlados remotamente ya son usados en la desactivación de explosivos por fuerzas policiales y militares en el mundo, la idea de Drominando es que los drones sean el centro del desminado, tanto en la detección de las minas (uno de los pasos más riesgosos para las personas que realizan la labor), como en la detonación de éstas.

Parra propone un esquema que incluye tres tipos de drones: dos aéreos y uno terrestre. El primer modelo de aire consiste en un dron ligero que, con sensores para metal y plástico, se encarga de detectar la mina y marcar su posición gracias a un sistema de GPS. El segundo es una especie de versión pesada del primero, pero equipado con un mecanismo para detonar la mina. Parra explica que “el sistema de detonación es, por decirlo de cierta forma, como una pistola de paintball, sólo que en este caso utiliza munición de aluminio o plomo, ambas de alta densidad, que puede entrar hasta 40 centímetros en la tierra, desde una distancia entre 35 y 50 metros, suficiente para mantener a salvo al dron y al operador, que a su vez está ubicado a 150 metros”.

El tercer modelo contempla un dron terrestre ligero, con una oruga para superar obstáculos, y que utiliza una especie de pistón para detonar la mina una vez se posiciona encima de ésta. “El vehículo, después de la explosión, vuela lejos y es capaz de ponerse en pie de nuevo para continuar su trabajo con otra mina. El diseño está pensado para soportar entre 150 y 200 impactos y entraría en acción en zonas de difícil acceso para un objeto volador”.

La idea de Parra tiene un componente adicional que, al parecer, entra a solucionar un tema crítico en la detección de minas. Una parte de la labor de detección se realiza rastreando elementos comúnmente encontrados en minas de fabricación industrial. Pero una buena porción de las minas utilizadas en el conflicto colombiano son artesanales, por lo que los sensores utilizados en Drominando deben buscar cosas más generales: metal, utilizado como metralla para causar daño en la persona que se tope con la mina, y glucosa, componente de algunos plásticos, material que a su vez sirve de recipiente para la mina en productos como botellas de gaseosa o jeringas.

Drominando fue uno de los proyectos premiados en el PeaceStartup Experience, un evento que, en una jornada continua de 54 horas, puso a emprendedores de diferentes disciplinas a proponer ideas en tres campos relacionados con la paz: desarrollo rural, desminado y oportunidades para poblaciones afectadas por el conflicto.

PeaceStartup es una iniciativa de las empresas Value4Chain de Colombia y Business & Human Rights de España, que cuenta con el apoyo estratégico de Telefónica-Movistar, Wayra, USAID, OIM, PeaceNexus, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD - y la Cámara de Comercio de Bogotá.

Se seleccionaron tres iniciativas como ganadoras del PeaceStartup Experience: Drominando (que obtuvo el segundo lugar), Obras de Paz (primer puesto) y Agrored. Desde ahí, la institución “ayuda a facilitar el contacto de estas ideas con eventuales inversionistas para escalarlas del nivel de idea a emprendimiento concreto”, según Jorge Mario Díaz, vicepresidente de Gobernanza de la Cámara.

Según Parra, “lo que sigue ahora es conseguir financiación para obtener los sensores y equipar cinco prototipos de los drones, además de diseñar el software que maneja la información arrojada por éstos; datos que incluso pueden almacenarse en una aplicación de consulta pública para que la gente pueda ver dónde hay minas, por ejemplo”.

slarotta@elespectador.com

Por Santiago La Rotta

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