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Un paradero de bus, una sala y hasta una vaca: todo está conectado en el MWC

La internet de las cosas pareciera un asunto inminente, a juzgar por varios lanzamientos del evento de tecnología en Barcelona, aunque algunos críticos señalan su poca utilidad de cara al público.

Emilia Pérez y Violeta Molina - EFE
24 de febrero de 2016 - 05:07 p. m.
El WMC convoca más de 100.000 personas para hablar de tecnologías móviles. / Cortesía - GSMA
El WMC convoca más de 100.000 personas para hablar de tecnologías móviles. / Cortesía - GSMA

Se llama Mobile World Congress (MWC), pero la conectividad hace tiempo que sobrepasó el territorio del teléfono para ramificarse a todo tipo de objetos cotidianos, como una habitación, un carro o una parada de bus y llegar hasta el mundo animal, con vacas conectadas.

El llamado internet de las cosas sigue evolucionando con la premisa de facilitar la vida a las personas, como demuestran las innovaciones que multinacionales tecnológicas como Fujitsu, Ericsson, Sony o LG han llevado al MWC.

La joya de la corona del stand de Fujitsu es su habitación conectada en la que el usuario puede crear escritorios virtuales sobre una mesa corriente y mover fotos o documentos a las paredes, donde ampliarlos o reducirlos, según necesite.

El proyecto, pionero en el mundo, pretende liberar a la gente de pantallas, aunque eso sí, para hacerlo real requiere de varios proyectores, cámaras, un bolígrafo con infrarrojos, unos móviles y un software que conecta todo.

No es la única "cosa" conectada en el pabellón de Fujitsu, que también presenta un anillo que permite escribir en el aire, al convertir los movimientos de nuestra mano en escritura, y una vaca con su propia "wearable" con el que controlar sus pasos y su nivel de estrés con el objetivo de que produzca más leche y conocer los mejores días en que puede ser inseminada.

Los datos son recogidos diariamente y se mandan a la nube, porque, aunque parezca mentira, una vaca es capaz de generar 300MB de información al año.

Ericsson también apuesta fuerte por esta tendencia y presenta, por ejemplo, una parada de autobús que, además de informar de los tiempos de espera, cuenta con un sensor que capta los niveles de contaminación en el aire, está conectada con los servicios de emergencia y llega a grabar en tiempo real en caso de ser necesario.

Además, una de sus mamparas puede transformarse en una pantalla para videojuegos con la que el viajero puede entretenerse mientras espera el autobús.

En el estand de Ericsson hay muchos carros conectados, incluido uno solar, con una autonomía nocturna de 1.000 kilómetros y que se conecta con los semáforos para que el conductor pueda coordinar la velocidad con el trafico y así ahorrar energía.

¿Es viable comercialmente? "Quizás en 10-15 años", responden en Ericsson.

Sony ha enseñado en Barcelona sus primeras propuestas para el internet de las cosas: un asistente personal con el que se puede controlar los dispositivos del hogar, un auricular inteligente y una cámara ultracompacta automática con lente esférico que permite transmitir videos en streaming y detecta voz y rostros para saber dónde debe enfocar.

También para el ámbito doméstico es la Rolling Bot de LG, una pelota que graba video, hace fotos y funciona como un sistema de monitoreo del hogar, tanto para controlar los dispositivos de la casa como para velar por su seguridad, ya que envía al móvil las imágenes que toma.

Pero no todo el mundo en el Mobile es tan entusiasta con el fenómeno del internet de las cosas: en Fjord, la consultora de diseño del grupo Accenture, son escépticos, ya que consideran que es un concepto de la industria tecnológica más que una realidad tangible, es decir, mucho ruido y pocas nueces.

"A la gente no le interesa el internet de las cosas, es ajena a ello. Si hay dispositivos conectados que les solucionan las tareas de una forma más sencilla, tan sólo se trata de tareas realizadas más fácilmente", apuntó el responsable de negocio de la consultora en Latinoamérica, Felipe Hillard.

El experto criticó la corriente que defiende que todo ha de estar conectado a la red: "Es un desafío que todo el mundo quiera conectar las cosas a internet. Deberíamos dar un paso atrás y preguntarnos ¿debería conectar esto? ¿dónde están los límites, las restricciones?".

Por Emilia Pérez y Violeta Molina - EFE

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