Araracuara en ruinas

Hace 30 años existió en el corazón de la selva colombiana un centro de investigación de vanguardia. El profesor de la Nacional Tomás León Sicard regresó y sólo encontró escombros. ¿Se olvidó Colombia de estudiar su mayor tesoro natural?

Tomás León Sicard *
09 de julio de 2013 - 09:11 p. m.
La Corporación Araracuara fue financiada durante más de 20 años por los holandeses. Más tarde se convertiría en parte del Instituto de Investigaciones Amazónicas (Sinchi). / Cortesía Tomás León
La Corporación Araracuara fue financiada durante más de 20 años por los holandeses. Más tarde se convertiría en parte del Instituto de Investigaciones Amazónicas (Sinchi). / Cortesía Tomás León

El pasado mes de septiembre y luego de casi 30 años de ausencia, regresé a Araracuara, un estratégico y hermoso lugar situado en el corazón de la selva amazónica, en el límite entre los departamentos del Caquetá y Putumayo.

No regresé a buscar un chamán o una liberación espiritual con el yajé milenario, sino a acompañar al profesor Gaspar Morcote de la Universidad Nacional en una investigación muy especial sobre las Terras pretas dos indios o Tierras negras de los indios, verdaderos oasis arqueológicos en el mar de suelos rojos, ácidos y de baja fertilidad relativa que caracterizan las selvas húmedas tropicales.

Estas tierras negras, que contienen innumerables vestigios de cerámica y de elementos de trabajo que dejaron depositados los antiguos habitantes de la selva, guardan también claves para comprender el manejo de esta enorme hylea amazónica. Claves que muy pocos investigadores han comprendido y que casi ningún funcionario estatal ni siquiera se pregunta.

A finales de la década de los años 70 del siglo pasado, el país pudo admirar el valiosísimo trabajo del entonces denominado Proyecto Radargramétrico del Amazonas (Proradam) (1972-1979), que dejó un recuento inicial de las potencialidades y restricciones amazónicas y que fue una referencia obligada para los amazonólogos de la época.

A partir de 1980, la entonces Corporación Araracuara (COA) inició una enorme aventura de investigación en esa zona, que tuvo severas críticas y limitaciones que en su momento no fueron atendidas. Entre las críticas que se le hicieron al proceso estaban la desvalorización de las culturas indígenas (que se trataban como obreros y no como sabios conocedores de su entorno), la dispersión de esfuerzos, la carencia de objetivos claros de un plan de investigaciones y la incomunicación que hubo entre los investigadores y los centros del poder administrativo de Bogotá.

La ciencia colombiana perdió su cuarto de hora en la Amazonia y fue barrida por los tortuosos acontecimientos posteriores de tipo social, económico y militar que acontecieron en esta apartada región.

Los resultados son desastrosos: detrás de cercas de alambres de púas y de sacos de arena, que recuerdan sucesivas oleadas de guerreros (militares y guerrilleros que se disputaron estos pedazos de selva hasta no hace mucho tiempo), no hay sino casas desmoronadas y podridas, invadidas por la selva; recuerdo de las antiguas instalaciones de investigación por las que pasaron por lo menos dos generaciones de botánicos, biólogos, antropólogos, edafólogos, sociólogos e ingenieros, y que albergaron, por ejemplo, colecciones botánicas, laboratorios, huertas, zoocriaderos y zonas de cómputo. ¿Quién responde por este fracaso? ¿Cuál es la responsabilidad colectiva de investigadores, administradores y de los decisores políticos ante semejante desastre? ¿Qué futuro puede tener un país si sus mejores hombres de ciencia no son escuchados en la algarabía vana del mundo venal de la política o si ellos mismos no son capaces de comprender la dinámica ecosistémica y cultural de esta gigantesca selva amazónica?

 

Reacciones

Luz Marina Mantilla -Directora Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi
Los territorios de la Corporación Araracuara se cedieron a comunidades indígenas porque así lo quisieron ellas. Ese no es ningún fracaso de la investigación. Nosotros seguimos llevando adelante acciones de investigación. Además hay muchos actores trabajando en ciencia en el país, no sólo este instituto. Araracuara ha sido un sitio importante, con trayectoria, pero la Amazonia no es sólo Araracuara. La Amazonia no debe verse con pesar.

Carlos Rodríguez
Director Fundación -Tropenbos Colombia
Las instituciones son reflejo de una época y un estilo de investigación. Las ruinas de Araracuara no quieren decir que la investigación sobre la Amazonia no haya continuado. Nosotros, por ejemplo, continuamos trabajando muy cerca, en Peña Roja. Ahí se hicieron 11 tesis doctorales, 40 maestrías y más de 100 trabajos de pregrado. También se ha fortalecido la sede Amazonia de la U. Nacional y la sede del Sinchi en Leticia. En investigación local, que no necesita laboratorios, también se han hecho esfuerzos.

 

 

* Profesor asociado Universidad Nacional e Instituto de Estudios Ambientales

Por Tomás León Sicard *

 

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