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Llantas, aceites y baterías: residuos desaprovechados

Aunque existen iniciativas empresariales, las cifras de recolección aún preocupan. La clave estaría en el desarrollo de tecnología para fomentar la reutilización.

Laura Dulce Romero
12 de marzo de 2016 - 04:22 a. m.
Llantas, aceites y baterías: residuos desaprovechados

Reciclar y reutilizar son términos que hasta ahora comienzan a cobrar fuerza en Colombia. Y no es para menos, cuando muchas de las cosas que utilizamos están hechas de materiales nocivos. Un ejemplo de ellos son los carros. ¿Qué se puede reciclar de un vehículo? ¿Qué tan contaminantes son sus piezas?

Actualmente, el Ministerio de Ambiente lidera un programa de posconsumo, dirigido a los fabricantes que deben asumir su responsabilidad con el medioambiente. En ese sentido, se han comenzado a crear normas para que éstos se vean obligados a mitigar el impacto de los productos que ofrecen.

Óscar Suárez, asesor en estos temas de entidades gubernamentales, como el Ministerio de Ambiente, asegura que Colombia es pionera en Latinoamérica en implementar estas reglamentaciones. Destaca que hay una concepción de responsabilidades que ya no recaen sólo en el Estado y es reiterativo en que cada residuo tiene sus aciertos, retrocesos y complicaciones. En el caso de las piezas de los carros, todos están controlados, por lo menos en términos legales, aunque existan algunos problemas en la práctica.

Por un lado están los aceites. José Luis Ramírez, coordinador del Fondo de Aceites Usados, una iniciativa que surgió de seis empresas que producen lubricantes en el país y que recolecta este residuo, explica que, si se tratan apropiadamente sirven como lubricantes o combustibles industriales.

En tan sólo seis años el volumen de la recolección ha aumentado 130%. Del total de aceite que estas empresas producen, se recoge el 59%, un número alto en comparación con otros residuos, como las llantas. Sin embargo, no deja de ser preocupante porque, en palabras de Ramírez, “no se sabe exactamente qué pasa con el otro 41%”.

Se cree que termina vertido en los ecosistemas y que personas inescrupulosas lo reutilizan y venden sin tratamiento. Esto es muy grave porque para convertirlo en combustible es necesario quemar el aceite, y eso causa un daño irreversible a la calidad del aire, pues las emisiones de un aceite usado no tratado son altamente contaminantes, alerta Ramírez. A pesar de estos efectos, los aceites aún no están dentro del programa de posconsumo del Ministerio de Ambiente.

Por otro lado están las llantas, que en varias ciudades invaden el espacio público. Como no son residuos ordinarios, los operadores de aseo no las acopian en los rellenos sanitarios. Eso produce la propagación de vectores como ratas y mosquitos, que transmiten enfermedades. Pero además existen depósitos clandestinos en viviendas y quemas a cielo abierto que producen contaminación.

La Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) tiene un programa de posconsumo llamado Rueda Verde, que nació con el objetivo de responsabilizar a las empresas fabricantes de llantas de esta problemática. En total hay 92 puntos de recolección a los que los ciudadanos pueden llevarlas en Bogotá, Cali, Medellín, Pereira, Armenia y Manizales, para luego gestionar su procesamiento y obtener materia prima para asfalto o insumos nuevos.

En Colombia, según cifras de Rueda Verde, se venden entre 5,3 y 5,5 millones de unidades de llantas al año, cada una con una vida útil promedio de 18 meses. En 2015, el programa recogió dos millones, pero ¿qué pasa con el resto? ¿Quién recoge las llantas de las ciudades que no forman parte de la iniciativa?

Si bien la resolución 1457 de 2010 exige a los productores recolectar anualmente, por lo menos, el 35% de llantas usadas del total que venden en dos años, aún inquieta este porcentaje. Y no es lo único alarmante: en la resolución no se incluyen las llantas de motos, bicicletas, montacargas y maquinaria para minería. Eso significa que programas como Rueda Verde no pueden gestionar su manejo.

Otra pieza clave que se puede reciclar, y es muy contaminante por sus altos contenidos de plomo, son las baterías. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de tres cuartas partes del consumo mundial de plomo corresponden a su fabricación. ¿Qué pasa con ellas cuando se acaba su vida útil?

Hace dos años, la revista Energy and Environmental Science publicó que un grupo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) encontró la forma de convertir las baterías de los carros en paneles de energía solar. Lo impresionante es que con una sola se podría abastecer de energía a 30 hogares.

Aunque en Colombia aún no hay avances de este tipo, por lo menos este residuo está en el programa de posconsumo del Ministerio de Ambiente. Sin embargo, aún hay muchos ciudadanos, talleres, servitecas y almacenes de repuestos no autorizados que manipulan estos elementos sin protección ni centros de acopio obligatorios. ¿Sabía que al entregar una batería le deben dar una constancia de recibido?

Para revertir este escenario, Óscar Suárez considera que el desarrollo de la tecnología es clave. Aunque gran parte del trabajo está en acopiar los residuos, es necesario que las empresas inviertan y creen formas para reutilizarlos. Asimismo, desde el Estado urge exigir una mayor reglamentación y aumentar los topes mínimos de recolección. No obstante, Suárez cree que debe realizarse paulatinamente con el desarrollo de la infraestructura, de otro modo, ¿qué haríamos con tantos residuos?

Por Laura Dulce Romero

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