Baum, el mercado de las recetas

Este local quiso llevar el servicio al cliente a otro nivel. Los productos que ofrecen vienen acompañados de recetas, catas y talleres de cocina que explotan sus beneficios.

Redacción especiales
23 de abril de 2017 - 05:00 p. m.
Baum cuenta con más de treinta proveedores artesanales de productos como vinos, quesos y panes.  / /Cristian Garavito
Baum cuenta con más de treinta proveedores artesanales de productos como vinos, quesos y panes. / /Cristian Garavito
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

¿Quién no ha tenido ganas de cocinar algo diferente y se ha varado porque no sabe cómo empezar o dónde conseguir los ingredientes? La solución a ese problema, muy común los fines de semana, la inauguró Ana de la Concha a finales de enero pasado. Su nombre es Baum Mercado y Recetas y además apoya a los productores colombianos que no han podido llegar a las grandes superficies.

Ana, quien se desempeñó como docente de gastronomía en Verde Oliva y asesora de restaurantes, confiesa que este mercado es su sueño de toda la vida. “Cuando estaba en el colegio, ayudaba a atender la tienda en los recreos”. Pero una lonchera se queda corta para lo que Baum ofrece. El nombre significa árbol en alemán y el logo representa al árbol de la vida. Así que no es difícil imaginar lo que se encuentra en los aparadores: productos saludables, principalmente.

Vinos, mermeladas, mieles, condimentos, quesos, cremas, quinua, yogures, chocolates, granola, frutos secos, pulpas de fruta, fruta deshidratada y semillas son algunos de los productos del catálogo. Pero también hay espacio para papas, brownies (venden uno llamado pecado mortal), nachos y alfajores. Lo importante, dice Ana, es darle un buen uso a la comida.

Por eso, parte vital del concepto de Baum es la asesoría personalizada. Todo el que entra está acompañado por una de las tres personas que atienden el mercado: “Les contamos la parte saludable de cada alimento, para qué le sirve y sus bondades”.

Y es que la mayoría de los productos son artesanales y 100 % colombianos. 30 proveedores, de fincas y municipios como Subachoque, se encargan de nutrir las góndolas de este mercado ubicado en el barrio Cedritos de Bogotá. “Buscamos que estén en proceso de crecimiento para apoyarlos, pero estamos muy pendientes de que cumplan con la ley, que estén registrados en el Invima, por ejemplo”. Este método no solo ha permitido ofrecer artículos de calidad, sino también en grandes cantidades, buscando a la vez derrumbar esa idea de que lo saludable, orgánico y vegano es exclusivo y caro.

Para Ana, “ser saludable no es comer lechuga y agua. Hay mil cosas maravillosas que hechas con amor saben delicioso”. Por eso, con el servicio personalizado vienen recetas, más de cien que ha ido recopilando a lo largo de su carrera. Por lo general, lo que se hace es sugerirle al visitante un platillo con uno o varios de los ingredientes que está comprando. Hamburguesa de falafel o quinua, tiramisú, thai de pollo, queso asado con hierbas, curry o hummus de aguacate son algunos de los ejemplos.

Baum también ofrece una Receta del Momento, algo así como una preparación elegida por temporadas de tres semanas, usualmente. Se trata de una mesa donde están expuestos todos los ingredientes para hacerla; un concepto muy similar al utilizado por varios mercados agrícolas en Estados Unidos, donde estos ya vienen empacados como kits.

Esta propuesta se complementa con catas y talleres de los productos que reposan en las estanterías de Baum. En las primeras, Ana invita a sus proveedores a enviar expertos, que llegan al mercado para enseñar los beneficios, propiedades y el manejo de los alimentos. Este tipo de eventos, que duran un poco más de una hora y se realizan dos jueves al mes, ya han tenido como protagonistas a mieles, tés y frutas liofilizadas.

Los talleres son más dinámicos. Los dirigen chefs, en su mayoría colegas de Ana, que enseñan a cocinar diferentes platos como el sushi. Cada quien come lo que prepara, acompañado de una copa de vino, y se lleva el recetario con todo lo hecho en clase. Este tipo de actividad, que se anuncia a través de las redes sociales del mercado, tiene cupos limitados y cuesta.

El taller, sin embargo, es solo un aperitivo. A futuro, la ambición de Ana es comenzar a ofrecer clases de cocina más formales. La idea es dictar cursos de un mes, cuatro horas por semana, en los que se aprenda lo necesario para cocinar. “Desde hacer el mercado hasta cómo marinar”, cuenta esta mujer, para quien “cocinar es la mejor manera de expresarle amor a la gente que uno quiere”.

Por Redacción especiales

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