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Airbnb, ¿quieres compartir conmigo?

Hasta donde me acuerdo, uno de los planes de mi familia para vacaciones era ir a El Rodadero.

Gloria E. Charry * Especial para El Espectador
16 de diciembre de 2014 - 10:31 p. m.
Airbnb, ¿quieres compartir conmigo?

Como ahora, no era fácil encontrar alojamiento en alta temporada pero siempre conseguíamos un apartamento con la ayuda de quienes estaban en las aceras ofreciendo alquileres.

La oferta hotelera en El Rodadero nunca ha sido medianamente buena en este sitio vacacional por excelencia por lo que apartamentos privados y amoblados han suplido las necesidades de alojamiento a los miles de turistas que allí llegan en busca de playa, brisa y mar.

Así pues, en El Rodadero siempre ha existido lo que hoy tan de moda se denomina "economía compartida”, fenómeno que en la práctica viene a subsanar o simplemente a reemplazar las carencias de sectores tradicionales que quizás no han sabido cómo adaptarse con la rapidez o destreza necesarias a las nuevas corrientes del mercado.

Y es precisamente a este, el sector hotelero, al que -como decimos tradicionalmente en Colombia-, le están pisando la cuerda. ¡Y de qué manera! Ya no se trata solo del alquiler de una vivienda entera sino que muchos turistas alquilan apenas un cuarto, un sofá cama, una finca… ¿Por cuánto tiempo? Puede ser desde un día hasta tres meses … La duración de estos alquileres de corto plazo está determinada por las necesidades del cliente y por la oferta disponible.

El dueño de la vivienda, que en este sistema se llama “anfitrión”, obtiene con el alquiler de su inmueble un ingreso adicional; el “huésped” por su parte, paga tarifas menores que las de los hoteles, dispone de oferta mucho más amplia y, lo que es mejor, cuenta con una atención personalizada por parte de quien brinda su espacio. Dentro de este concepto de hostelería moderna uno de los objetivos es que quien alquila se sienta como en su propia casa.

Airbnb es posiblemente la empresa pionera en alquileres a corto plazo. Nacida en San Francisco en 2006, tiene apartamentos listados en todos los rincones del mundo incluyendo El Rodadero y varios sitios de Colombia. La gran idea de Airbnb surgió cuando uno de sus fundadores, sin dinero para pagar su propia renta, decidió alquilar un espacio de su apartamento, colocando dos simples colchones inflables para sus huéspedes. Más de 400.000 personas en todo el mundo se alojan hoy a través de Airbnb. A todos los une un denominador común: prefieren este innovador sistema al de los hoteles tradicionales.

Es tal su popularidad en Estados Unidos que el nombre de la empresa ya se ha convertido en verbo. Cuando vas a otra ciudad a veces ya no te preguntan en qué hotel te alojas sino que te dicen "are you airbnbing"? o viajas como local?

En estos momentos, el valor de Airbnb ha sido estimado en más de 10 billones de dólares. Nada mal para una empresa nacida hace apenas ocho años.

Muchos atribuyen su éxito al momento de su lanzamiento, cuando la economía de Estados Unidos pasaba momentos difíciles. A muchos de sus primeros usuarios, la mayoría de Nueva York y San Francisco, no les era fácil pagar sus propias viviendas y vieron en este modelo una tabla de salvación; alquilar un cuarto por algunas noches les ayudaría a completar la cuota del banco. Bastaba bajar una aplicación, inscribirse, poner fotos, una descripción de la oferta y listo: la vivienda automáticamente estaba disponible para viajeros de cualquier lugar del mundo.

El fenómeno Airbnb no ha estado exento de controversia. Por ejemplo, hay muchos “anfitriones” que viven en apartamentos alquilados y deciden rentar un cuarto, un estudio o la sala para así sacar libre el valor de su renta. De la misma manera, algunos dueños o administradores de inmuebles encontraron más rentable alquilar apartamentos por días que por meses. Se dieron así casos de no renovación de contratos de renta fija para poder así pasar a la beneficiosa modalidad de alquileres a corto plazo, sacando así del mercado viviendas de largo plazo.

En suma, en ciudades como donde yo vivo, San Francisco, los residentes locales de siempre han empezado a sentirse desplazados por “viajeros”, abriendo con ello toda una gama de problemas sociológicos. Para muchos, la ciudad de siempre o el sitio de siempre, se está transformando en la ciudad de todos, el sitio de otros. En San Francisco, por ejemplo, se ha sabido que apartamentos de renta subsidiada –reservados legalmente para los más pobres y desfavorecidos- que se estaban ofreciendo a través de Airbnb.

Legisladores locales en Nueva York, Berlín o San Francisco han tomado cartas en el asunto.y están apretando esta tuerca suelta alegando que estos cientos de miles de alquileres por Airbnb están exentos de pagos de impuestos a la ciudad en concepto de ocupación turística.

New York promulgó ya en 2010 una ley que declaró ilegal alquilar un apartamento por menos de 30 días, declaró ilegales muchas de las viviendas que se ofrecían y por último exigió la información de quienes más alquileres habían tenido además de bloquear a grupos inmobiliarios. Esta semana el fiscal general de la ciudad refrendó que cerca de la tercera parte de las viviendas ofrecidas no son legales.

En octubre pasado, las autoridades de San Francisco aprobaron la que ya se conoce como la “Ley Airbnb", con una serie de medidas que regulan los alquileres de corto plazo y los limitan a no más de 90 días al año. La nueva ley también requiere que los anfitriones estén previamente registrados en la municipalidad, el pago a la ciudad del impuesto hotelero y requiere la formalización de un seguro para cada apartamento.

Basta darse una miradita a la oferta online de Airbnb en Bogotá, Medellín, Cartagena, o Taganga para preguntarse cómo resolverá nuestro país este fenómeno de los alquileres a corto plazo.

Por lo pronto, El Rodadero y Santa Marta están un paso adelante ya que se exige que las viviendas que se utilizan también para alquileres de corto plazo estén previamente registradas ante la Cámara de Comercio y paguen una suma trimestral por el valor percibido por los alquileres.

Así las cosas, aunque sus playas y su capacidad rebosen en épocas de alta temporada, nuestro Rodadero y nuestra Santa Marta han demostrado que si hay cama pa tanta gente y que las soluciones no llegan con las mareas del mar sino hay que buscarlas a conciencia. Como por ejemplo, mejor oferta de servicios públicos.

Lo cierto es que fenómenos como Airbnb o Uber, sistema de transporte compartido, florecen por todo el mundo y ni se pueden ni se deben parar. Bogotá va en reversa de esta economía compartida declarando a Uber como ilegal cuando todos sabemos que el sistema de transporte masivo de nuestra capital es un verdadero caos. Las prohibiciones son muestra de la incapacidad de resolver un problema y de sacarle ventajas para la ciudad y para los dueños de autos particulares.

El boom de compartir es imparable. Para la muestra está la primera reunión mundial de 1.500 anfitriones de Airbnb provenientes de todo el mundo, que se realizó en San Francisco el pasado fin de semana. Esta plataforma se utiliza en 190 países, trabaja con 32 tipos de moneda, habla en 26 idiomas y sirve al turismo local y a los negocios que de él se derivan.

¡Hay que prepararse! En este mundo globalizado nos llegó la hora de compartir.
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* Gloria E. Charry es periodista y comunicadora social residente en San Francisco.

Por Gloria E. Charry * Especial para El Espectador

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