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Domingo en la Mesa de los Santos

De sus primeros habitantes, los guanes, todavía quedan algunos dibujos protegidos entre las paredes de las cuevas a las que huyeron para evitar ser conquistados por los españoles.

Redacción Buen Viaje VIP
01 de junio de 2016 - 03:51 a. m.
El Cañón del Chicamocha, en Santander,  es el segundo más grande del mundo, con más de 2.000 metros  de profundidad. Desde 2006 se puede admirar en un recorrido en teleférico.
El Cañón del Chicamocha, en Santander, es el segundo más grande del mundo, con más de 2.000 metros de profundidad. Desde 2006 se puede admirar en un recorrido en teleférico.

Muchos prefirieron morir de hambre en estas cavernas o tirarse al vacío del Cañón del Chicamocha antes que ser sometidos. El resto sorprendió a quienes venían del viejo continente por su forma de vestir, no usaban taparrabos sino túnicas con un diseño parecido a las romanas, eran altos y las mujeres blancas. Dicen que en solo tres meses aprendieron a hablar español y que por eso su lengua se olvidó tan pronto.

La Mesa de los Santos está a solo una hora en carro de Bucaramanga, en medio de la imponente cordillera Oriental. Por cuenta de su agradable clima, frondosa vegetación y cafetales, se ha convertido en una concurrida zona de casas de veraneo y haciendas adaptadas como hoteles, que se llena especialmente los fines de semana y durante las épocas de vacaciones.

También es reconocida por ser el área del país en la que más tiembla, el segundo nido sísmico del mundo, en el que se pueden presentar hasta 40 movimientos telúricos diarios. Sus pobladores ya se acostumbraron y los visitantes, distraídos por los verdes paisajes, la comida y la amabilidad de los santanderenos, ni los sienten.

Además de comer arepa de choclo, chorizo y disfrutar de una cerveza artesanal en el pintoresco Mercado Campesino de Acuarela, fabricado con techos de pasto como símbolo de su compromiso ambiental, vale la pena visitar la Hacienda El Roble. Son por lo menos 320 hectáreas de árboles y cafetales, en las que se cultivan más de 72 variedades de este grano y desde 2008 se convirtió en un acogedor hotel que intercala las habitaciones con salones de lectura y salas tipo museo en las que se conservan muebles de otras épocas.

Recorrerla caminando, en bicicleta o a caballo es uno de los planes predilectos de los turistas. Antes de que salga el sol se pueden observar decenas de especies de aves y a medida que pasa el día, una guía se encarga de contar todo el proceso del café desde su recolección hasta la taza e, incluso, existe la posibilidad de participar en una cata. De hecho, esta es una de las haciendas de café orgánico más grandes del mundo. Y desde hace por lo menos cuatro generaciones, la familia Díaz Acevedo se ha encargado de preservarla.

Si el tiempo alcanza, vale la pena ir hasta el Cañón del Chicamocha, el segundo más grande del mundo, con más de 108 mil hectáreas y 2.000 metros de profundidad. Hace 46 millones de años era un inmenso lago, del que hoy solo quedan algunos restos de sus habitantes de aletas y escamas. Para garantizar que los viajeros tuvieran una experiencia memorable, en 2006 abrió sus puertas el Parque Nacional del Chicamocha (Panachi).

Además de los miradores, de la posibilidad de practicar emocionantes deportes y de actividades con la naturaleza como protagonista, el recorrido de media hora en teleférico, para admirar la grandeza del cañón y pasar por tres climas y paisajes diferentes, es el plan imperdible.

Por Redacción Buen Viaje VIP

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