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En el corazón de la cultura inca

Testigo de la historia, Cusco preserva extraordinarios complejos arqueológicos de uno de los imperios más grandes de América Latina.

Redacción Buen Viaje
31 de agosto de 2013 - 01:08 p. m.
La ciudad de Cusco se encuentra a 3.400 metros sobre el nivel del mar./ Jahel Mahecha
La ciudad de Cusco se encuentra a 3.400 metros sobre el nivel del mar./ Jahel Mahecha

Por un pequeño callejón empedrado dos mujeres de largas trenzas y pesadas faldas extienden un manto en medio de la acera mientras hablan en quechua. Sus manos desgastadas por los oficios de la tierra son artífices de delicados tejidos que roban la atención de ingleses, chinos y latinos. En el barrio de San Blas cada calle se convierte a diario en un mar de colores y de arte, que se funden en medio de imponentes casonas que encierran los vestigios de una cultura antigua .

El Valle de Cusco es uno de los destinos turísticos más apetecidos en todo el mundo al ser la capital del antiguo Perú. Su tierra sirvió de lienzo tres mil años atrás para la construcción de grandes monumentos y templos que rindieron homenaje al dios Sol y a los grandes gobernadores incas. Tras la conquista española, cada santuario y hasta los más pequeños refugios fueron destruidos. Sobre sus restos se levantaron iglesias, viviendas y palacios que con el tiempo se intervinieron y se transformaron en hoteles y museos que conservan uniones en piedra hechas por esa civilización.

Caminando entre calles es imposible no dejarse contagiar por la magia cultural de la ciudad. El centro de Cusco tiene origen en la famosa Plaza de Armas, que año tras año es el lugar de encuentro para celebrar la Fiesta del Sol en la que participan más de quinientos actores que representan los cultos del imperio. Al norte de ese icónico espacio se encuentra la Catedral de Cusco, erigida con bloques de piedra volcánica. En su interior se mezcla el estilo renacentista con símbolos incas y muestras de la orfebrería sureña.

Dos de los grandes tesoros de estas tierras es el Qoricancha o templo dorado, espacio de culto a deidades de la naturaleza. A pocos kilómetros, el templo de Sacsayhuaman se convierte en uno de los íconos turísticos del país, pues una enorme fortaleza construida con rocas de hasta nueve metros recuerda la casa del sol y de las armas del imperio.

Al caer la noche, las luces tenues desnudan la belleza de la arquitectura cusqueña. Sin importar el frío, músicos de la región se apoderan del espacio público para cantar al son de un cajón y un charango, invitando a turistas y a locales a celebrar la vida y los recuerdos de un poderoso legado que hoy es patrimonio de todos los peruanos.

Por Redacción Buen Viaje

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