Turismo

Más allá de Praga

El primer referente turístico de la República Checa es el pasado arquitectónico y la riqueza cultural de su capital. Sin embargo, paisajes rurales, castillos y poblados barrocos hacen parte de sus atractivos.

Redacción Buen Viaje
26 de febrero de 2013 - 08:59 p. m.
El año pasado, cerca de 144.930 turistas latinoamericanos visitaron la República Checa. La mayoría eran brasileños.
El año pasado, cerca de 144.930 turistas latinoamericanos visitaron la República Checa. La mayoría eran brasileños.

Holašovice es uno de los pueblos más pintorescos de la República Checa. Es un referente de la arquitectura de Bohemia del Sur de la segunda mitad del siglo XIX, el llamado barroco rural que se desarrolló en esta zona de Europa central. No se trata de un museo antropológico al aire libre, como sugieren sus paisajes, es un poblado donde los habitantes viven una vida normal y moderna.

En 1998, el pueblo de Holašovice fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco y desde entonces los residentes se han tenido que acostumbrar a un turismo muy vivo. En el pueblo hay 23 casas tipo finca que son consideradas patrimonio cultural y se desprenden de su plaza central. Allí, cada junio, hay un desfile denominado las “Fiestas Rurales“, que ofrece muestras de más de 230 oficios tradicionales de Bohemia, Moravia y Eslovaquia.

Kromeríž, de aproximadamente 30 mil habitantes, posee el sobrenombre de Atenas de Hanácko, por su rico pasado cultural y académico. Se encuentra sobre el río Morava en la Provincia de Zlín. En 1997 fue declarada la ciudad histórica más bella de la República Checa y al año siguiente el Palacio Arzobispal local, junto con el Jardín de las Flores y el Jardín Palaciego, entró a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Al planear la visita a Kromeríž hay que disponer de un buen tiempo. La Plaza Grande, con el Ayuntamiento y muchos edificios renacentistas como la Iglesia de San Mauricio y la de San Juan Bautista, la Iglesia barroca de la Asunción de la Virgen María y la iglesia ortodoxa de San Cirilo y Metodio, son paradas obligadas.

Sin embargo, si por cuestiones de tiempo no puede salir de Praga, el Palacio Litomyšl es una alternativa rica en historias románticas. Según la leyenda, en este lugar debería sentirse todavía la presencia de María Manrique de Lara y Mendoza, con la que se casó el noble y diplomático checo Vratislav II de Pernštejn en 1555. Después de la boda, como un símbolo de amor y veneración, el diplomático le dejó construir este representativo palacio familiar.

“La residencia nació de un gran amor, su dueña le tuvo mucho cariño y pasó aquí el resto de su vida”, cuentan hoy los guías turísticos sobre este majestuoso castillo, que desde 1949 recibe cada año el famoso Festival Internacional de Música llamado Smetanova Litomyšl. Pero el lugar no solo es emblemático por esta fiesta, en 1999 también fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.

Después del Castillo de Praga, el complejo de palacios de Ceský Krumlov es el segundo más grande de República Checa y pertenece a los monumentos más importantes de Europa central. En tiempos de la Edad Media, muy cerca se alojaron bandoleros que atacaban a los comerciantes y viajeros. Un poco más tarde el caballero Vítek descubrió e incendió el lugar y encargó construir el inconquistable Castillo de Krumlov, hoy abierto a los turistas.

Además su grandiosa oferta cultural, los alrededores de Praga son maravillosos. Iglesias, un afamado mirador con restaurante y observatorio astronómico y circuitos para andar en bicicleta forman parte de este inigualable destino.

Por Redacción Buen Viaje

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