La Ciudad Blanca, como coloquialmente se llama a Arequipa, la segunda urbe más importante de Perú, se caracteriza por sus casonas y templos construidos en un material bastante particular: lava volcánica petrificada.
Además de su producción textil, exquisita gastronomía y atractivas construcciones, Arequipa ofrece a sus visitantes, que fueron más de un millón el año pasado, un paisaje único. Desde cualquier punto de la ciudad los turistas pueden observar tres volcanes (Misti, Chanchani y Pichu Pichu), considerados desde hace siglos los guardianes de la población. Y, como si fuera poco, a las afueras se encuentran el valle del Colca, los petroglifos de Toro Muerto y el cañón de Cotahuasi, en donde los más osados pueden practicar todo tipo de deportes extremos.
Para aquellos turistas que planean unas vacaciones largas en Perú, un programa imperdible es conocer la costa norte del país y disfrutar de su riqueza arqueológica, plasmada en monumentales construcciones y vestigios de las civilización que habitó estas tierras.
También se recomienda hacer la Ruta Moche, que pasa por las regiones de Lambayeque y La Libertad, caracterizadas por ser un importante escenario de vida silvestre, y por Chiclayo, una ciudad que alberga museos como el de Brüning y el de las Tumbas Reales de Sipán, en donde se exhiben más de dos mil piezas preincas.