Pero, pese a todo, muchas de las danzas, los cánticos y las costumbres colombianas se han mantenido intactas gracias a una buena cantidad de festividades. Una de ellas, acaso la más importante, es la que se está celebrando en Neiva y que termina este fin de semana: la de San Pedro y San Juan.
Allí, desde tiempos de la Colonia, los habitantes, al son de las guitarras, las tamboras y el aguardiente, han revivido las raíces de un pueblo que en el siglo XVIII bailaba alrededor de diez días para proclamar obediencia y respeto a un rey de otro continente. Ahora, manteniendo muchos de los desfiles y los concursos que se instauraron desde 1960, la capital del Huila vive desde el 14 de junio una sola parranda.
Ferias artesanales, cabalgatas, reinados, encuentros de bandas sinfónicas y premiaciones artísticas, son sólo algunos de los actos que, hasta hoy, se han llevado a cabo. Pero aún falta mucho más: el sábado, por ejemplo, se realizará el encuentro nacional de danzas y el de compositores huilenses, y el domingo, para cerrar, las calles serán el escenario del gran desfile folclórico con sus coloridas carrozas y despampanantes comparsas.
Durante todos los días, entre muestras gastronómicas que incluyen tamales, achiras y asado de cerdo, los visitantes tendrán que moverse al son de la música campesina, del bambuco y el joropo. Las reinas y sus acompañantes tendrán que mostrar su destreza en ese baile lleno de complejos y delicados pasos.
En esta ocasión, además, se rendirá un homenaje a San Agustín. Infinidad de esculturas talladas en piedra se presentarán para celebrar los cien años de su descubrimiento.
Y todo eso quizás bastará para no olvidar nuestras costumbres. Para mantener vivas unas tradiciones que se resisten al tiempo y a la memoria.