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Seúl, entre el misterio y la cordialidad

Recorrer la ciudad es llenarse de sabiduría oriental y alimentarse de cultura y buena comida.

Jorge Sáenz V
19 de febrero de 2014 - 03:52 a. m.
Seúl es una de las ciudades de mayor influencia arquitectónica de Corea del Sur. En ella confluyen rascacielos y templos con más de 500 años. / 123rf
Seúl es una de las ciudades de mayor influencia arquitectónica de Corea del Sur. En ella confluyen rascacielos y templos con más de 500 años. / 123rf

Es un país que sorprende, extendido en una importante península que anida a dos naciones: Corea del Norte, más cerrada y poco desarrollada, y Corea del Sur, moderna y en un constante crecimiento que se palpa desde la llegada al aeropuerto Incheon, localizado 32 kilómetros al oeste del centro de Seúl. Tras quedar destruido por la guerra civil coreana, el país se levanta imponente con una moderna arquitectura y un verde que rodea la ciudad y da cálida acogida al visitante.

Los surcoreanos de la capital son afables y reservados, pero amables con los turistas. Y los colombianos no pasan inadvertidos. Profesan un especial afecto por los nacionales debido a la participación de un puñado de soldados del Batallón Colombia en la confrontación bélica con el norte.

El viaje al centro de Seúl, por anchas avenidas y una muy buena red de puentes, pues el río Hangang divide a la capital en dos, va metiendo al viajero en la belleza de una urbe con imponentes edificios y antiquísimos templos, pagodas y fortalezas, con calles bien demarcadas y un ordenado sistema de transporte público en el que se destaca la red de metro que conecta al centro con las regiones aledañas.

Seúl es una capital con una actividad social, comercial, industrial y estudiantil agitada, pero organizada. La seguridad permite hacer vida nocturna sin mucha preocupación y los restaurantes son centros para disfrutar y compartir con amigos y familia. La comida es variada, pero predominan las verduras y el pescado, sin olvidar el cerdo, todos cargados de una buena dosis de picante.

En cada rincón se ve el empuje de una ciudad esperanzada que tardó apenas 30 años en recuperarse de los azotes de la guerra cuando se esperaba que lo hiciera en 100. Altas edificaciones de las empresas surcoreanas de tecnología que dominan el mundo, con hoteles de grandes cadenas y bancos, están al lado de un palacio construido por las últimas dinastías que, por miles de años, gobernaron Corea.

“Seúl es única porque sus sitios históricos, por ejemplo el palacio Gyeongbokgung, y las instalaciones culturales más modernas coexisten en armonía. Seúl es también una ciudad global con numerosos servicios y distritos para compras, como Myeong-dong y Apgujeong”, dice la Guía oficial de turismo de todo Seúl. Más que propaganda, es una realidad que se palpa cuando se da una vuelta por ella.

En 1988 Seúl fue sede de los Juegos Olímpicos, un evento que las autoridades aprovecharon para dotar a la ciudad de grandes obras de infraestructura que se fortalecieron con otras celebraciones como el Mundial de Fútbol de 2002, del que fue subsede, y la cumbre del G-20 en 2010, en el centro de convenciones COEX.

jsaenz@elespectador.com

@jorge_v

Por Jorge Sáenz V

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