Turismo

Viaje al centro de la tierra

Con espacio suficiente para un avión Boeing 747, esta cueva en Vietnam es la más grande del mundo. Hasta 2018 están reservados los recorridos.

Redacción especiales
08 de febrero de 2017 - 05:12 a. m.
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Bajar más de 80 metros colgado de un arnés. Ese es el primer desafío al que se enfrentan quienes deciden explorar Hang Son Doong, la cueva más grande del mundo, ubicada en Vietnam, a 450 kilómetros de Hanói, la capital del país, y cerca de la frontera con Laos.

Esta maravilla de la naturaleza, abierta al público en 2013, se ha convertido en cuatro años en un apetecido destino entre los viajeros más aventureros. Las reservas están llenas hasta 2018.
La adrenalina, sin embargo, comienza mucho antes del descenso. Hang Son Doong es una de las 300 cuevas ubicadas en el Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang, una zona de 85 mil hectáreas declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003.

Solo 20 de las 300 grutas han sido exploradas y aunque esconden muchos tesoros, Hang Son Doong es uno de los más populares. La única manera para llegar es a través de Oaxalis, la empresa autorizada por la Oficina Nacional de Turismo de Vietnam, que ofrece recorridos de cinco días y cuatro noches, incluyendo el interior de la cueva, por US$3.000.
El viaje comienza en Hanói, desde donde se parte hacia el Parque Phong Nha, un recorrido de unas siete a ocho horas por tierra. Al llegar, se almuerza en la villa indígena Ban Doong, una pequeña comunidad de no más de mil personas que, desde que el gobierno de Vietnam concentró esfuerzos para convertir la zona en un destino turístico, es el punto de recepción de los visitantes.

La primera noche se acampa en la cueva Hang En. El segundo día  inicia con la maravillosa vista de su entrada: un portón natural famoso entre fotógrafos del mundo. Hacia las 9:00 de la mañana comienza la travesía por la selva. Se debe atravesar un río y escalar varias montañas hasta llegar a Hang Son Doong.

La última actividad del día es descender los 80 metros desde la entrada hasta la base de la cueva. Las aguas de un río, que se encargó de darles forma a las paredes a su antojo, dan la bienvenida. La siguiente imagen es la de una estalagmita de 70 metros de altura, bautizada Mano de Perro.

Después de la primera noche de campamento, los viajeros tienen la posibilidad de conocer las maravillas de esta cueva, que descubrió por accidente un campesino en 1991. La primera es un valle que  se formó hace unos 500 mil años, luego de que parte del techo se cayera y permitiera que entraran luz y lluvia.

La caminata sigue hasta un espacio intermedio entre los dos valles de Hang Son Doong, que curiosamente ha permanecido intacto desde hace millones de años. Luego aparece el Jardín de Edam, tan grande que es fácil olvidar que se sigue bajo tierra. Pero al tropezarse con la Gran Muralla de Vietnam, una pared de 80 metros, se vuelve a la realidad. Esa es la zona más amplia de Hang Son Doong. Podrían caber 40 rascacielos como los de Nueva York o un avión Boeing 747.

En el tercer y último día se visita un inmenso lago alimentado por el río Rao Thuong, en el que se observan fósiles de corales de hace más de 350 millones de años. La villa indígena Ban Doong recibe nuevamente a los exhaustos viajeros. Debido a que el gobierno de Vietnam solo permite el ingreso de unas 200 personas al año, con el propósito de mantener intacto este tesoro natural, quienes realmente quieran adentrarse deben anotarse en una larga lista de espera con la esperanza de explorar un misterioso paraje que recuerda el centro de la tierra de Julio Verne. 

Por Redacción especiales

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