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La primera cacica zenú

Yaina Contreras consiguió, gracias a su liderazgo político, gobernar 19 comunidades indígenas en el departamento de Sucre.

María Flórez
07 de marzo de 2015 - 03:02 a. m.
Pese a que los zenúes habitan territorios en Sucre, Córdoba, Antioquia, Atlántico, La Guajira y Bolívar, tan sólo en el municipio de San Antonio de Palmito una mujer ha llegado a gobernar. / Andrés Torres
Pese a que los zenúes habitan territorios en Sucre, Córdoba, Antioquia, Atlántico, La Guajira y Bolívar, tan sólo en el municipio de San Antonio de Palmito una mujer ha llegado a gobernar. / Andrés Torres
Foto: ANDRÉS TORRES

El 1º de diciembre pasado, los indígenas del pueblo zenú eligieron a su primera cacica regional. Yaina Contreras llegó a ese cargo de representación con el aval de 11 de las 19 comunidades indígenas que habitan el municipio sucreño de San Antonio de Palmito, que estrenaban la recién creada Ley de Gobierno Propio. Nacida en 1983 en la comunidad de Media Sombra, en zona rural de ese municipio, Yaina hace parte de una familia de padre indígena y madre mestiza, de la que nacieron siete hermanos. Vive en una finca donde siembra maíz y cría abejas para la venta de miel, con su esposo y su hija de ocho años.

Desde muy joven, la cacica se vinculó a distintas redes de organizaciones sociales de la región Caribe y se convirtió en representante legal de la Asociación de Productores Indígenas, donde trabajaba por recuperar las especies nativas y las semillas tradicionales. Haciendo uso de los pocos recursos que recibía por su trabajo comunitario, ingresó a la Universidad de Córdoba y se graduó del pregrado de administración en salud. Su trayectoria de liderazgo comunitario y los procesos de formación política a los que se vinculó la motivaron a postularse para el cargo de cacica regional.

Una vez electa, a través del sistema tradicional del voto cantado, Yaina se convirtió en la primera autoridad indígena del municipio. Desde entonces, las instituciones públicas y el cabildo mayor, máxima autoridad del pueblo zenú, deben consultarle las decisiones que impactan su territorio. Para hacer su trabajo cuenta con diez personas, tres de las cuales son mujeres. Sin embargo asegura que “ejercer el cargo no ha sido fácil, porque hay personas a las que no les gusta que las mujeres gobiernen”. Prueba de ello es que los capitanes menores, que son los representantes de las comunidades que habitan el municipio, son todos hombres.

Por eso la cacica busca que los cargos de representación política sean cada vez más accesibles para las mujeres. Sobre todo porque, pese a que en la segunda mitad del siglo XX las zenúes impulsaron procesos de recuperación de tierras, su papel sigue relegado al trabajo del hogar, el cuidado de los animales y la crianza de los hijos. Yaina dice que “pese a que fueron ellas quienes se enfrentaron a las instituciones del Estado para recuperar las fincas de los indígenas, las mujeres no aparecieron luego como titulares de esos predios y no pudieron acceder a programas de crédito y proyectos productivos”.

La idea, entonces, es que la Alcaldía de San Antonio de Palmito diseñe una política pública para las indígenas que facilite la emergencia de nuevos liderazgos, la implementación de programas sociales con enfoque diferencial y el acceso a la educación superior. La cacica también señala que es necesario motivar a las mujeres a denunciar las violencias y generar redes de apoyo. Por eso se vinculó a la Alianza Nacional de Mujeres Libres de Violencias, una red de 268 organizaciones mixtas y de mujeres que tienen asiento en 83 municipios del país, casi todos alejados de los centros urbanos.

Esa relación le ha permitido poner en conocimiento del movimiento nacional de mujeres información sobre la precaria autonomía económica de las indígenas y las situaciones que obstaculizan su paridad política. Graciliana Moreno, directora de la coordinación política de la Alianza, dice que “en general, en el país, el acceso de las mujeres a los cargos de representación sigue siendo insuficiente. La Ley de Cuotas no ha sido efectiva, sobre todo porque los partidos tratan de cumplir con esos requisitos ubicándolas en lugares desventajosos en las listas de candidatos”.

En otras regiones, las más de 6.000 mujeres que componen la coalición de organizaciones han reportado casos de violencia sexual en los territorios por cuenta de los proyectos mineros y turísticos y por la presencia de grupos armados ilegales. La cacica, por su parte, asegura que el fortalecimiento del Comité Territorial de Mujeres Indígenas podría contribuir a que la representación alcance, incluso, asiento en el cabildo mayor. Pese a que las barreras culturales siguen obstaculizando el acceso de las zenúes a los cargos de decisión, la elección de Yaina promete abrirles el camino a las indígenas que, como ella, deseen gobernar a su pueblo.

Por María Flórez

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