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El olvido de Sutatenza

El 23 de agosto de 1947 llegó a Sutatenza, Boyacá, el sacerdote José Joaquín Salcedo Guarín.

Darío Montaño Alarcón*
23 de agosto de 2012 - 03:34 a. m.
Monseños Salcedo, a la izquierda, fundador de radio Sutatenza.    / oclacc.org.
Monseños Salcedo, a la izquierda, fundador de radio Sutatenza. / oclacc.org.

Su arribo le dio inicio al movimiento de las Escuelas Radiofónicas y a Acción Cultural Popular, Acpo, obra dedicada a la promoción, el progreso y el bienestar del campesinado colombiano. La organización, más conocida como Radio Sutatenza —uno de los medios que conformaron esta empresa—, impulsó la cultura campesina y lideró el mejoramiento de sus condiciones de vida y el desarrollo comunitario, económico y democrático del sector rural, tradicionalmente olvidado y abandonado. Acpo tuvo adeptos y detractores, aciertos y equivocaciones, altos y bajos, es innegable, pero la deuda del país con ella y con quienes la hicieron realidad es inconmensurable.

Acpo se creó con un objetivo específico: la educación fundamental integral (EFI) del campesino, especialmente el adulto. El trabajo se desarrollaba mediante lo que la institución llamó el “uso sistemático y combinado de medios de comunicación”, o lo que ahora se conoce como multimedia. La Unesco adoptó y promovió su modelo en varios países, con resultados comprobados. Para ilustrar la magnitud de la labor de Acpo, cito algunos datos: Radio Sutatenza —con cubrimiento nacional y onda corta mundial— transmitió 1’489.935 horas entre 1947 y 1989. La entidad entregó gratuitamente 6’453.937 cartillas de la EFI y distribuyó 4’430.139 libros de la Biblioteca Popular, en el mismo período, con 99 títulos. El semanario El Campesino salió de imprenta en 1.635 ocasiones, con 75’749.539 ejemplares (1958 a 1990). En 38 años se hicieron 4.365 cursos de extensión en las comunidades rurales; 23.812 hombres y mujeres de más del 95% de los municipios del país fueron capacitados como líderes campesinos. En 1974 se creó el Disco Estudio —sistema personalizado de lectoescritura— que llegó a casi 700 municipios. Y justo antes del ocaso de la fundación se comenzó a trabajar con la televisión en las modernas instalaciones del Centro de Estudios de Sutatenza.

Múltiples problemas llevaron al paulatino desmonte de la fundación. Quizás algún día salga a la luz la verdad de esta historia. En 1989, ante la venta de Radio Sutatenza, el país enmudeció. Nadie hizo nada y Caracol finalmente adquirió instalaciones, equipos y frecuencias, con el favor del gobierno de turno y algunos poderosos del país. En 1993 se cerraron los institutos de formación de líderes campesinos y el Centro de Estudios de Sutatenza. Uno de los edificios fue vendido a la Alcaldía de la población y lo ha utilizado la Universidad Pedagógica Nacional. El resto de las instalaciones se cae lentamente en el idílico pueblo boyacense.

Sé de muchos de los líderes formados por Acpo que continúan su trabajo comunitario, inspirados en los ideales que les inculcó la institución. Pero ya no hay timonel ni ruta que oriente su gestión, porque el accionar de la obra se acabó para los campesinos. Las nuevas generaciones no disponen del sistema que hizo posible que sus padres progresaran y salieran adelante, ayudando a sus familias y vecinos. Acpo existe aún como entidad. Pero, ¿qué ha pasado con ella durante los últimos 15 años? ¿Qué resultados ha dado el trabajo de sus dirigentes y funcionarios? ¿Cuáles son sus planes? ¿Qué se está haciendo en pro del campesinado? ¿Qué entidades y personas la apoyan? ¡Cuánta falta le hace una Acción Cultural Popular moderna al campesino colombiano del siglo XXI! Ojalá alguien diera razón e hiciera algo.

* Profesor. Exalumno y exfuncionario de Acpo.

Por Darío Montaño Alarcón*

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