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Para muchos colombianos, los partidos de la selección son como un oasis, en el cual pueden olvidar todos esos problemas que los agobian; Las deudas, las peleas con su compañero (a) sentimental, los líos en el trabajo o el estudio, la falta de dinero y todos los demás asuntos que ocupan la cabeza de millones de compatriotas que ven en una pelota y 22 jugadores una forma de escapar de ellos. Aunque sea por un rato.
Los partidos de Futbol de nuestra selección (especialmente en esta eliminatoria), aparte de ser un gran día de ventas para tabernas, discotecas, almacenes de ropa, transporte y otros establecimientos, son una gran alternativa para salir de la rutina, encontrarse con amigos que el tiempo los separó, pasar un día en familia, ganar puntos con el jefe, conseguir el amor de la vida o reconciliarse con la esposa o marido.
Son 90 minutos y alguito más de alegría cuando se gana y desahogo cuando no se obtiene el resultado esperado. Pero eso mismo nos ayuda a sacar la cabeza del abismo de los problemas personales y los mismos del país.
Tal vez por hora y media, Falcao, James Rodríguez y compañía pongan la mirada del país en algo que no es el paro agrario; un presidente inepto, los campesinos con las deudas hasta el cuello, la gente muriéndose en la entrada de los hospitales porque les niegan la atención, las bandas criminales haciendo de las suyas, las calles inseguras, las cárceles con 500% de sobrecupo, los terroristas viviendo como reyes en el caribe, un ex presidente que no se resigna a dejar de ser la cabeza del país, el mar territorial de Colombia que cada día es menos, los borrachos que matan y siguen matando, los actos atroces contra los niños. Y podríamos seguir con las enfermedades que sufre nuestro bello país. Pero la invitación no es hacernos los de la vista y pensar como si no pasara nada; sin embargo algo de felicidad a nuestra tierra no le caería nada mal.
Lo más seguro es que ningún lugar del mundo en perfecto y que las cosas tanto buenas como malas están a la orden del día. Pero para un país como Colombia, con gente pujante y luchadora; con paisajes hermosos, una biodiversidad inmensa y sobre todo uno de los amañanderos más famosos del mundo, es muy triste tener tan pocas cosas que nos hagan sonreír y los que lo hacen son olvidados por los gobernantes que luego salen a sacar pecho; pero aunque lo anterior pesa, cada uno de nosotros estamos orgullosos de ser de esta tierra o ser hijos adoptivos de ella. Porque acá el que llega se queda o se va enamorado.
¿Qué tal más partidos de nuestra selección y menos sangre, pobreza y olvido para nuestra nación?
Por Miguel Alcalá, colaborador de Soyperiodista.com